La tormenta tocó tierra el lunes 22 de septiembre en Filipinas, con vientos sostenidos de más de 265 km/h, equivalentes a un huracán categoría 5. Desde allí avanzó hacia el sur de Taiwán, donde las lluvias torrenciales causaron el desborde del arroyo Matai’an y severas inundaciones. Las autoridades confirmaron 17 víctimas fatales, unas 90 personas heridas y varias desaparecidas.
El miércoles 24 de septiembre, Ragasa pasó a unos 100 km al sur de Hong Kong, obligando a declarar la señal de alerta máxima T10, la más alta en el sistema local. Escuelas, negocios y oficinas cerraron, mientras cientos de vuelos fueron cancelados. Más de 770.000 personas fueron evacuadas en la provincia china de Guangdong y el gobierno advirtió que el número podría superar el millón.
Uno de los momentos más dramáticos se vivió en el Fullerton Ocean Park Hotel de Hong Kong, donde enormes olas rompieron las puertas de vidrio e inundaron los pasillos en cuestión de segundos. Videos difundidos en redes sociales muestran a huéspedes corriendo y trepando para ponerse a salvo. Milagrosamente, nadie resultó herido en el incidente.
El primer ministro de Taiwán, Cho Jung-Tai, aseguró que la prioridad absoluta es la ayuda y la recuperación: “El presidente pidió al Ejército Nacional que haga todos los esfuerzos posibles para rescatar. Hemos establecido una oficina de coordinación y enviado ingenieros, personal médico y trabajadores sociales para asistir a las comunidades afectadas”.
Según el Observatorio de Hong Kong, el nivel del agua pudo haber alcanzado entre 3,5 y 4,5 metros en algunas zonas costeras durante el paso del tifón.
Ragasa continuará su recorrido hacia Vietnam y Laos, donde se espera que impacte el jueves, manteniendo su potencial destructivo.
