El bosque invertido de Venecia, la ingeniería milenaria que mantiene a flote a la ciudad

5UYDFLDQCZCORIV5IBXPTQY54I
Redactora
¡Valora esto!

Venecia, la icónica “Reina del Adriático”, no descansa sobre cimientos de hormigón ni sobre columnas de acero. Sus palacios, plazas y campanarios se sostienen desde hace más de 1.600 años sobre millones de pilotes de madera clavados en el lecho de la laguna. Este entramado, conocido como “bosque invertido”, combina ingenio humano y naturaleza para mantener a la ciudad a flote.

La ciudad se levantó en el siglo V sobre un archipiélago de 118 islas conectadas por más de 450 puentes y separadas por canales. Los primeros habitantes construyeron plataformas sobre pilotes de madera, una técnica utilizada en asentamientos lacustres del Adriático, que con el tiempo se perfeccionó con el auge comercial de Venecia.

image 680ff9f23f4e0654500b67df

Los pilotes, de alce, roble, aliso, pino, abeto y olmo, se hincaban verticalmente hasta penetrar el barro y alcanzar el nivel más firme posible. Se colocaban con alta densidad, hasta nueve por metro cuadrado, y sobre ellos se instalaban vigas transversales para distribuir el peso de los edificios. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, y la Basílica de San Marcos sobre unos 10.000 de roble.

La estabilidad de esta técnica no proviene de la roca madre, como en otras ciudades europeas, sino de la fricción entre la madera y el suelo saturado de agua, un efecto que compacta el terreno y mantiene las estructuras firmes. La interacción entre madera, barro y agua ralentiza la degradación por bacterias, hongos e insectos, y mantiene la integridad de los pilotes a lo largo de los siglos.

El sistema no solo requiere madera de calidad, sino también mano de obra especializada. Los battipali, artesanos que golpeaban los pilotes con mazos siguiendo cantos tradicionales, lograban que cada tronco se asentara de manera uniforme. Además, la República de Venecia implementó políticas de gestión forestal ya en el siglo XII, asegurando un suministro constante de abeto y alerce del valle de Fiemme, clave para mantener la construcción durante generaciones.

image RWZZQYEOS7F7Q5J2B7UTODFWTY

A lo largo de los siglos, algunos edificios pesados, como los campanarios, han experimentado hundimientos leves, pero el sistema sigue siendo efectivo mientras se mantengan las condiciones de humedad y sedimentación. Venecia es un caso excepcional por su escala y durabilidad; otras ciudades construidas sobre pilotes, como Tenochtitlán, no lograron preservar sus estructuras originales.

A pesar de su eficacia, la ciudad enfrenta amenazas modernas: el aumento del nivel del mar, la erosión y cambios en la hidrodinámica de la laguna podrían poner en riesgo este equilibrio milenario. Sin embargo, la lección de Venecia sigue vigente: la combinación de observación del entorno, conocimiento empírico y recursos naturales puede generar obras capaces de trascender siglos y sostener la historia de una ciudad única.

¡Valora esto!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *