El legendario alpinista italiano Simone Moro, de 58 años y conocido por sus ascensos extremos y primeras invernales en montañas de más de 8.000 metros, vivió una dramática experiencia en Nepal: sufrió un infarto a 5.000 metros de altitud mientras se encontraba en fase de aclimatación tras una subida al Mera Peak, una montaña que forma parte de su preparación para intentar en invierno el Manaslu.
El ataque cardíaco comenzó con un fuerte dolor en el pecho y el brazo izquierdo y, debido a la ausencia de helicópteros disponibles el mismo día, Moro tuvo que pasar la noche con síntomas graves antes de ser evacuado al día siguiente hacia un hospital en Katmandú. Allá recibió atención médica urgente, donde se le realizó una intervención para despejar una obstrucción en una arteria coronaria sin necesidad de implantar bypass, marcapasos o stent, y su condición quedó estable.
Tras recuperarse del impacto, Moro decidió transformar esta experiencia extrema en un proyecto de impacto global: anunció la creación de un servicio de rescate aéreo privado en la región del Karakoram, en Pakistán, una zona donde hasta ahora los rescates dependen casi exclusivamente de helicópteros del ejército que no están adaptados para operaciones de montaña. El plan contempla que dos helicópteros especializados estén operativos y sean pilotados por expertos locales, incluidos exmilitares, para atender emergencias en un terreno especialmente remoto y peligroso.
La iniciativa, que Moro y su socio han desarrollado durante años, se llamará Moro Altitude y busca suplir una necesidad histórica en el Karakoram, donde las dificultades logísticas han convertido los rescates en auténticos retos.
Además de su trabajo en Pakistán, Moro también planea replicar este modelo de rescate aéreo en la Patagonia argentina, con posibles operaciones basadas en El Calafate a partir de 2027, para apoyar emergencias en lugares tan emblemáticos como el Fitz Roy o el Cerro Torre.
Este giro en la carrera de Moro —desde himalayista extremo a impulsor de sistemas de rescate aéreo en alta montaña— convierte su historia de supervivencia en una oportunidad para mejorar la seguridad de los montañistas en algunas de las regiones más inhóspitas del planeta.
