Mientras las temperaturas exteriores rondan los 30 grados, miles de personas disfrutan del esquí bajo techo, una tendencia que está creciendo más rápido que las estaciones tradicionales al aire libre. En China, los enormes centros de nieve artificial están revolucionando el turismo y el deporte, transformando el esquí en una experiencia urbana y accesible.
El país cuenta actualmente con 68 estaciones cubiertas, frente a solo cinco en 2013, y planea superar las 100 en los próximos años. El más reciente, el Shenzhen Qianhai Huafa Ice and Snow World, fue inaugurado con una inversión superior a 3.500 millones de euros y ya ostenta el título de la estación cubierta más grande del mundo.
Esta fiebre del esquí bajo techo no solo responde al deseo de vivir la nieve en ciudades donde nunca cae un copo: también está redefiniendo la industria del entretenimiento y el deporte. Según el Libro Blanco de la Industria del Esquí 2024-2025, las visitas a estos centros crecieron un 15,3 % en el último año, superando incluso el crecimiento del esquí a cielo abierto.
Hoy, siete de las diez estaciones cubiertas más grandes del mundo están en China, y pronto serán nueve. Con nieve artificial, pistas refrigeradas todo el año y una experiencia premium, el país impulsa una “economía de hielo y nieve” que ya atrae millones de visitantes.
Eso sí, esquiar en estos gigantes helados no es barato: un pase de tres horas puede costar más de 40 euros, superando el precio de las estaciones reales del norte. Pero para millones de nuevos esquiadores urbanos, la posibilidad de deslizarse sobre nieve sin salir de la ciudad bien lo vale.

