En un solo día, un país entero decidió que aún había tiempo para salvar la Tierra. No fue una marcha, no fue una campaña digital, no fue una promesa política: fue una acción masiva, real y casi imposible. Millones de personas dejaron sus trabajos, tomaron una pala y cambiaron la historia en apenas 12 horas.
El 29 de julio de 2019, Etiopía protagonizó uno de los eventos ambientales más impactantes de la era moderna: la plantación de más de 350 millones de árboles en medio día. Una cifra tan grande que parecía irreal… hasta que la confirmaron. Y no solo rompieron un récord: le mostraron al planeta que la esperanza también puede crecer desde la tierra.

Todo ocurrió bajo la iniciativa nacional “Green Legacy”, impulsada por el entonces primer ministro Abiy Ahmed, un programa que buscaba algo más que una medalla mundial: pretendía reconstruir un país que había perdido la mayor parte de sus bosques por décadas de deforestación.
Desde el amanecer, voluntarios, estudiantes, agricultores y funcionarios formaron un ejército verde que avanzó sembrando árbol por árbol. Las imágenes eran impresionantes: colinas enteras cubiertas de gente plantando, filas interminables de manos hundiéndose en la tierra, y un país que se movía por un mismo objetivo.
Cuando cayó el sol, el número final dejó al mundo boquiabierto: 353.633.660 árboles plantados en 12 horas, pulverizando el récord anterior de la India, que en 2016 había logrado 66 millones en un plazo de 24 horas.
Etiopía no buscaba solo un título en los Guinness. Buscaba recuperar su equilibrio ecológico. A inicios del siglo XX, más del 35 % de su territorio estaba cubierto por bosques. Hoy apenas queda alrededor del 4 %. El programa Green Legacy nació para revertir esa tragedia ambiental y reconstruir, árbol a árbol, lo que el tiempo y la explotación habían destruido.

Los científicos coinciden en la importancia de esfuerzos así. Un estudio publicado en Science señala que reforestar mil millones de hectáreas podría absorber hasta dos tercios de todas las emisiones liberadas por los humanos desde el siglo XIX —alrededor de 300 gigatoneladas—. Es decir: plantar árboles no es simbólico, es una de las herramientas más poderosas para frenar el cambio climático.
Ese día, Etiopía no solo sembró árboles. Sembró una lección para el mundo entero: cuando un país se une, la tierra responde.

