Con una tabla prestada, un traje de neopreno de segunda mano y el corazón lleno de determinación, John Haddow, un australiano de 71 años, hizo historia al convertirse en el campeón nacional más veterano de surf en la categoría de mayores de 70 años del Surfing Australia Longboard Titles, celebrado en la costa de Tweed.

Pero detrás de su victoria hay una historia profundamente emotiva: la de su nieta Mina, quien falleció este año con tan solo tres años tras una dura batalla contra un cáncer cerebral. “Fue solo con esta cuestión del cáncer cuando me di cuenta de que cada día es precioso”, confesó John, visiblemente conmovido.
En la final, mientras esperaba la ola perfecta, asegura que sintió la presencia de un ángel sobre sus hombros —estaba convencido de que era Mina— justo cuando llegaron las dos mejores olas que lo llevarían al título.
Lejos de los equipos de última generación que usaban sus rivales, John compitió con lo que tenía, pero con algo que nadie más podía igualar: la fuerza de su historia y el aliento de su esposa Dea, que lo animó desde la orilla. Su vitalidad sorprendió tanto que la organización le pidió su certificado de nacimiento, incrédula de que realmente superara los 70 años.
La familia recuerda con dolor el momento en que, tras un aparente éxito del tratamiento, el cáncer regresó apenas tres semanas después. Mina falleció nueve meses después del diagnóstico. A pesar de la pérdida, John asegura que ella le dejó una lección imborrable: “Nadie tiene una promesa para el mañana, así que hay que vivir la vida y ser buenos unos con otros”.
Un triunfo que no solo se mide en medallas, sino en el amor y la resiliencia que lo hicieron posible.
