La antigua Olimpia, testigo de los primeros Juegos Olímpicos en el año 776 a.C., se convirtió nuevamente en el epicentro de la tradición olímpica al dar inicio al viaje de la llama de los Juegos Olímpicos de París 2024.
En un escenario cargado de simbolismo y reverencia, dignatarios y espectadores se congregaron en el histórico estadio para presenciar el encendido de la llama. Actrices ataviadas como sacerdotisas antiguas acompañaron con elegancia a la sacerdotisa principal al Templo de Hera, donde se realizó la ceremonia de encendido.
Con un ritual meticulosamente coreografiado, la sacerdotisa principal invocó la ayuda del dios Apolo para encender la llama con los rayos del sol, utilizando una antorcha llena de combustible frente a un espejo parabólico. Este ritual, que se remonta a los Juegos de Berlín de 1936, captura la esencia de los valores olímpicos y la historia antigua.
La llama, portadora del espíritu de la excelencia y la unidad humana, emprenderá un viaje a través de Grecia durante 11 días, antes de ser entregada a los organizadores de París el 26 de abril. Más de 10,000 portadores de la antorcha y miles de kilómetros esperan, en un relevo que une la antigua tradición con la modernidad.
El remero griego Stefanos Ntouskos, medallista de oro olímpico y el primer portador de la antorcha en este relevo, expresó su honor y emoción por participar en esta histórica ceremonia. Para él, como griego, es un momento de profundo significado cultural y deportivo.
El recorrido de la antorcha abarcará diversas tierras y mares, llegando finalmente a Francia el 8 de mayo. Allí, la llama iluminará los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, recordando al mundo los ideales de paz y competencia justa que han sido el corazón de los Juegos desde su antiguo origen hasta los tiempos modernos.
