Un gesto de amor conmovió a Canadá. Steve Van Ysseldyk no dudó en ensuciarse las manos para recuperar los anillos de boda que su esposa Jeannine perdió accidentalmente.
La historia comenzó de la manera más insólita: al volver del cine, la pareja llevó palomitas a casa y parte del maíz se regó en el jardín. Mientras Jeannine limpiaba el desastre, no se dio cuenta de que sus anillos de diamantes se deslizaron dentro de la bolsa con restos orgánicos. Sin sospecharlo, esa misma bolsa fue a parar a la caneca de desechos.

El error recién se descubrió al día siguiente. Para entonces, los residuos ya habían sido trasladados a un vertedero local, donde se acumulaban cerca de 18 toneladas de desechos orgánicos. Lejos de resignarse, Steve tomó una decisión radical: ir él mismo a buscar las joyas.
Una búsqueda entre la basura

Armado con paciencia y determinación, pasó horas revolviendo montones de abono maloliente. Finalmente, contra toda probabilidad, logró encontrar los anillos perdidos. Emocionado, llamó a su esposa para darle la noticia.
“Sé cuánto me ama, que está dispuesto a remover un montón de abono podrido y apestoso”, dijo Jeannine a la BBC, visiblemente conmovida por el gesto.
Una historia que trasciende
Lo que pudo haber quedado como una anécdota doméstica se transformó en un ejemplo de compromiso y amor incondicional. En medio de toneladas de desperdicios, Steve Van Ysseldyk demostró que los símbolos de una vida en común pueden valer mucho más que diamantes: significan memoria, promesa y lealtad.


