El mundo del salto de esquí atraviesa un momento de crisis tras la suspensión de los medallistas olímpicos Marius Lindvik y Johann André Forfang. Ambos fueron sancionados el pasado miércoles 13 de marzo por la presunta manipulación de sus trajes de competición, lo que habría violado de manera deliberada el reglamento.
Tanto los deportistas como su equipo negaron estar al tanto de las irregularidades, aunque la Federación Internacional de Ski y Snowboard ha iniciado una investigación formal. Por el momento, los atletas no podrán participar en la Copa del Mundo de Ski en Oslo, mientras avanzan las indagaciones.
La polémica surgió después de que ambos saltadores fueran descalificados el pasado sábado en una competencia, al descubrirse que sus trajes contenían pedazos de tela extra. Esta modificación ilegal les habría otorgado mayor elevación durante el salto, infringiendo las normas de la disciplina.
El escándalo creció tras la difusión de un video anónimo en redes sociales, donde se observa al entrenador Magnus Brevik admitiendo que “lo que hemos hecho es manipular o modificar los trajes para que infrinjan las reglas. Fue un acto deliberado y, por lo tanto, es trampa”. En el video también se sugiere que los cambios fueron realizados en el hotel, antes del Nordic World Championships.
El propio Brevik explicó que tan solo “dos centímetros más de circunferencia en el traje pueden resultar en una distancia de tres a cuatro metros más en un salto de esquí”. Debido a su implicación, el entrenador y un coordinador de equipamiento también fueron suspendidos.
A la lista de sancionados se sumaron otros tres reconocidos campeones mundiales de ski: Robin Pederson, Kristoffer Eriksen Sundal y Robert Johansson, quienes también habrían estado involucrados en la alteración del material de competencia.
Este escándalo sacude los cimientos del salto de esquí, un deporte que se encuentra bajo la lupa y donde la integridad vuelve a ser tema de debate.
