Firmado en el año 2015 por 195 países con el propósito de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC, el Acuerdo de París comprende un acuerdo dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Considerado como el mayor convenio multilateral para mitigar los efectos del calentamiento global, el gigantesco Estados Unidos, uno de los países con mayor incidencia en cuanto a contaminación atmosférica, ha concretado formalmente su salida del mismo.
Este acuerdo, posicionado como uno de los logros diplomáticos más importantes de la historia en materia de cuidado del medio ambiente y protección del ecosistema, apunta directamente a establecer medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de la mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global.
El acuerdo fue negociado durante la XXI Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21) por los 195 países miembros, adoptado el 12 de diciembre de 2015 y abierto para firma el 22 de abril de 2016, jornada elegida por su coincidencia con la celebración del Día de la Tierra. Su aplicabilidad estaba prevista para el año 2020, cuando finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto.
Sin embargo, Estados Unidos, quien se destaca negativamente por ser el segundo país más emisor de gases de efecto invernadero (GEI) y había accedido a la firma del tratado, anunció tiempo atrás su intención de retirarse. Se convierte así en el primer país del mundo en abandonar el acuerdo
El 1 de junio de 2017, el presidente Donald Trump anunció la retirada de Estados Unidos de este acuerdo, dadas sus promesas de campaña en pro de los intereses económicos de la nación. Tras aquel suceso, todos los demás países del mundo reafirmaron su compromiso y comunicaron que no se iban a retirar del acuerdo aunque Estados Unidos lo hiciese.
Sin embargo, en parte parecía difícil visualizar tal escenario sin una potencia mundial a favor del Acuerdo de París, no solo por sus altos niveles de contaminación sino porque cuenta con gran riqueza para invertir en herramientas necesarias para obtener los objetivos propuestos. Las contribuciones que cada país individual puede establecer para conseguir el objetivo global están determinadas por todos los países individualmente y se denominan contribuciones previstas determinadas a nivel nacional.
En consecuencia, los países latinoamericanos que más se habían involucrado en la consecución de los objetivos fijados en el acuerdo expresaron su preocupación por la reducción de transferencia de tecnología y financiación internacional que supondría la retirada de Estados Unidos para su proceso de transición energética.
Al respecto, cabe destacar que el punto 28 del Acuerdo de París indica que cualquier país que hubiera ratificado el acuerdo puede solicitar su salida tres años después de su entrada en vigor, es decir, el 4 de noviembre de 2019. Así lo hizo Estados Unidos, y una vez formalizada la petición para renunciar, debieron dejar pasar otros 12 meses para concretar la desvinculación. Por lo tanto, este acontecimiento sucede, de casualidad, justo el día después de una compleja elección presidencial en el país involucrado.
Lo cierto es que la problemática del cambio climático sí ha estado dentro de los ejes de campaña de las candidaturas y el resultado de las elecciones podría tener consecuencias en lo que se decida de ahora en más en cuanto a prácticas sostenibles.
Por su parte, el ahora actual presidente Donald Trump se ha pronunciado como un verdadero negacionista del cambio climático. En cuanto al ex vicepresidente Joe Biden, prometió un plan de 1,7 billones de dólares para que Estados Unidos llegue a un neto de cero emisiones de carbono en 2050 y hay quienes advierten que, en caso de llegar a la Casa Blanca, pondrá todos sus esfuerzos en reincorporar a Estados Unidos al Acuerdo de París.
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