Barcelona cerró 2025 con un protagonista indiscutido: la Sagrada Familia. La basílica diseñada por Antoni Gaudí no solo batió su récord histórico de visitantes, sino que además alcanzó un hito arquitectónico sin precedentes al convertirse en la iglesia más alta del mundo. Con 162,91 metros, superó a la Catedral de Ulm y consolidó su lugar como uno de los símbolos culturales más potentes del planeta.
El año fue especialmente significativo para este templo único. Según los últimos registros, más de 4,8 millones de personas recorrieron su interior en 2025, atraídas por su estética inconfundible, su juego de luces y colores y, sobre todo, por su condición de obra viva, aún en transformación. La reciente colocación de la estructura que corona la Torre de Jesús no solo modificó el skyline de Barcelona, sino que marcó un momento histórico para la arquitectura religiosa contemporánea.

La fascinación por la Sagrada Familia no es nueva, pero sí se intensificó en los últimos años. Iniciada en 1882 como un templo expiatorio, la obra tomó un rumbo radical cuando Gaudí asumió el proyecto en 1883. Desde entonces, el arquitecto concibió una basílica profundamente simbólica, inspirada en la naturaleza, la geometría y la luz, pensada como una auténtica “biblia en piedra” capaz de narrar el cristianismo sin palabras.
Tras la muerte de Gaudí en 1926, atropellado por un tranvía, el proyecto atravesó décadas de avances irregulares. La Guerra Civil española destruyó planos y maquetas originales, obligando a reconstruir el diseño a partir de fotografías y testimonios. Lejos de frenar su evolución, ese desafío convirtió a la Sagrada Familia en un espacio donde tradición y tecnología dialogan de manera constante, incorporando herramientas digitales y nuevos métodos constructivos sin perder la esencia original.
Aunque durante años se habló de 2026 como fecha simbólica para su finalización —coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí—, distintos factores retrasaron ese objetivo. Aun así, esa espera prolongada terminó reforzando su mito: la Sagrada Familia es hoy un símbolo del tiempo, la fe y la paciencia, una obra que trasciende generaciones.

El protagonismo del templo en 2025 también funciona como antesala de lo que vendrá. Barcelona ya se prepara para conmemorar el centenario de la muerte de Gaudí, con actividades, exposiciones y homenajes que volverán a poner el foco en el legado del genio modernista y en la basílica que definió su vida.
Si bien otros monumentos del mundo también ocuparon titulares este año —como la Basílica de San Pedro en Roma, la Alhambra de Granada o los moáis de Rapa Nui, impulsados por descubrimientos arqueológicos—, ninguno logró concentrar tanta atención como la Sagrada Familia.
En 2025, el templo inacabado de Gaudí no solo creció en altura: creció en significado, reafirmándose como el monumento más icónico del año y como una de las obras más extraordinarias de la historia de la humanidad.




