En la Reserva de la Biosfera Sumaco (Ecuador) hay un bosque prístino que alberga un hallazgo bastante inusual: árboles que caminan.
Estos árboles en cuestión se mueven a través del bosque a medida que el crecimiento de nuevas raíces los reubica, a veces dos o tres centímetros por día. Mientras algunos científicos debaten si estos árboles caminan, Peter Vrsansky, un paleobiólogo del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Academia Eslovaca de Ciencias de Bratisla, afirma haber visto este fenómeno en vivo y en directo.
«A medida que el suelo se erosiona, el árbol, conocido como Socratea exorrhiza, crece raíces nuevas y largas que encuentran un suelo nuevo y más sólido, a veces hasta 20 metros», dijo Vrsansky.
A medida que las raíces se asientan en el nuevo suelo y el árbol se inclina hacia las nuevas raíces, las viejas raíces se elevan lentamente en el aire. De esta manera, el árbol se va trasladando a un lugar nuevo con mejor luz solar y más tierra sólida.
¿Caminan o no?
Cuando se dio a conocer la existencia de estos árboles caminantes, entre los científicos se produjo todo un debate.
Algunos informes, como el de Gruber, afirman que los famosos árboles «caminan» al brotar nuevas raíces, lo que les permite sortear el camino muy lentamente a través del bosque.
Pero según un documento de 2005 del biólogo Gerardo Avalos, los árboles, que en ocasiones producen nuevas raíces, permanecen firmemente plantados en un espacio. Solo porque brotan nuevas raíces, no significa que las usen para moverse.
Los árboles caminantes
Socratea exorrhiza, Walking Palm o Cashapona, es una palmera nativa de las selvas tropicales de América Central y América del Sur. Puede crecer hasta 25 metros de altura, con un diámetro de tallo de hasta 16 centímetros, pero suele ser de 15 a 20 metros de altura y 12 centímetros de diámetro.
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