La ciudad de Oslo está creciendo más rápido que cualquier otra ciudad de Europa, lo que es lógico, gracias a la excelente calidad de vida de la capital noruega. Pero un aumento como este en la población puede generar mucho impacto. Más gente significa calles estrechas, tráfico más pesado y más contaminación en una región donde la calidad del aire ya puede ser mortal.
Así que desde el año pasado, la Ciudad del Tigre se comprometió a resolver este tema. Para disminuir las emisiones y mejorar la movilidad para los residentes, todos los coches serán prohibidos en el centro de la ciudad hasta 2019. De aprobarse el plan, sería la primera prohibición total y permanente de cuatro ruedas en cualquier ciudad europea (París, Dublín, Madrid y Milán están trabajando en ambiciones similares, aunque de menor escala).
El primer objetivo es limitar al máximo la circulación en las calles interiores, ganando espacio para carriles bici y para ampliar el espacio dedicado al peatón.
La lucha contra el automóvil es y será una de las batallas que veremos durante todo el siglo XXI, principalmente en los grandes centros urbanos. Es muy importante que los gobiernos del todo el mundo empiecen a tomar conciencia y medidas para lograr tener éxito. Entre las más imaginativas: tranvías, carriles bici, autobuses de coches, prohibiciones temporales o permanentes a la circulación de vehículos privados, limitación de emisiones, etcétera.
Y de repente llegó Oslo, con una idea simple pero no por ello menos brillante para reducir el tránsito de coches en el interior de sus calles: prohibir los estacionamientos libres en el centro de la ciudad.