Nikki Delventhal se llama a sí misma nómada. Tiene la costumbre de viajar por Estados UNIDOS, en busca de los atractivos naturales que esconde el país. En una de esas aventuras, encontró un perro herido en un sendero en Albuquerque, Nuevo México. Fue amor a primera vista y el perro acabó siendo rescatado y adoptado.
Albuquerque es la ciudad más grande del estado. Con más de 565 mil habitantes, es también una de las más grandes del país. A pesar de su aire cosmopolita, Albuquerque atrae a los ecoturistas porque alberga el Monumento Nacional de los Petroglifos (inscripciones en escarpes volcánicos) y el Río Grande, famoso desde los tiempos del Lejano Oeste, que también forma la frontera con México. Fue en este escenario donde se encontró a Camper.
El encuentro de estos mejores amigos
Hace dos años, Nikki y su madre conducían por un área remota de Albuquerque en busca de un sendero. De repente, mirando por el espejo retrovisor, la joven vio a un perro persiguiendo al auto.
No podía quedarse solo en un lugar tan aislado. Al detener el auto, madre e hija se dieron cuenta de otras razones para no abandonarlo. Todo lo que necesitó fue que Nikki abriera la puerta para que el perro, a pesar de que estaba herido, saltara al auto. Inmediatamente se acurrucó en el regazo de la joven.
Camper era todavía un cachorro cuando Nikki lo encontró. El veterinario que lo evaluó estimó que no tendría más de cinco meses. Deambulando por un área desierta, el perro probablemente «escogió el lado equivocado» y no habría tenido muchas posibilidades de sobrevivir si las dos campistas no hubieran pasado por ahí.
La herida en la pierna era solo superficial: Camper debió pasar mucho tiempo caminando por los senderos y caminos de tierra que rodean Albuquerque antes de encontrar finalmente a sus salvadores.
Lo que el perro sin duda quería era llamar la atención de alguien amistoso. No debería haber conocido a un humano en los últimos días. Pero Camper no dejó otra opción a Nikki saltando directamente a su regazo, sin mostrar miedo, se ganó el corazón de la joven exploradora.
Nikki y su madre llevaron inmediatamente a Camper a un refugio en Albuquerque. En el camino preguntaron a varias personas de la zona si conocían al perro, pero al parecer nadie lo había visto antes.
En el refugio, Nikki ya estaba decidida a llevarse al perro a casa. Camper fue registrado formalmente como un «perro abandonado», un procedimiento obligatorio en Nuevo México para que los animales sean dados en adopción.
En pocos días, Nikki superó la burocracia de la adopción, pagó las tarifas necesarias y aprovechó la oportunidad para comprar los medicamentos y suplementos que Camper necesitaría para crecer sana y fuerte.
Finalmente, Camper recibió formalmente el apellido Delventhal y fue adoptado por Nikki, con toda la documentación. El dueño todavía necesitaba proporcionar las vacunas y la desparasitación, pero en poco tiempo, el perro estaba listo para seguir el ritmo de la nueva familia.
En una entrevista Nikki admitió que ya estaba pensando en adoptar un perro «pero estaba esperando el momento adecuado». El peludo se llamó Camper, que, en realidad, es una adaptación de un automóvil Toyota apta para personas que les gusta acampar (el modelo es casi un remolque en miniatura).
Nikki reveló durante la entrevista que la estaba pasando mal cuando conoció a Camper. Se sentía deprimida y ansiosa, incapaz de establecer metas en la vida. El cachorrito aventurero fue decisivo para que la joven encontrara su estilo de vida, el cual tenía muchas ganas de hacer.
Con el perro adoptado, Nikki pasa prácticamente todo el tiempo en el coche adaptado. Viaja por los EE. UU. con Camper a su lado, explorando lugares de ecoturismo y publicando información en su blog, dirigido a campistas y activistas ambientales.
En los dos años que Nikki y Camper han caminado juntas, ya se han explorado muchos escenarios. El dúo ha explorado bosques en Montana, cañones en Colorado y varias partes del desierto de Mojave en Nevada.
Camper se ha convertido en el guardián de Nikki; es su fiel escudero y siempre está al lado de su tutor. No se puede saber si tenía vocación de mochilero, pero la joven asegura que es el mejor compañero -en buceo, escalada y caminatas por los más diferentes tipos de suelo y relieve, en los más diversos tipos de las condiciones climáticas.