El impacto del cambio climático ha dejado su huella en las icónicas estaciones de esquí de Francia. Las autoridades de Alpe du Grand Serre y Grand Puy anunciaron el cierre definitivo de estos centros deportivos debido a la falta de nieve y las crecientes pérdidas económicas. Estas estaciones, con una larga tradición en los deportes de nieve, no pudieron resistir el aumento de temperaturas que ha debilitado las nevadas en las últimas temporadas.
En el caso de Grand Puy, la comunidad de Seyne-les-Alpes votó a favor del cierre a través de un referéndum impulsado por la alcaldía. Con una infraestructura que incluía 24 kilómetros de pistas situadas entre los 1.800 y 1.370 metros de altitud, la estación era gestionada por las autoridades locales, quienes ya buscan diversificar su oferta con actividades deportivas y de naturaleza más sostenibles.
Por otro lado, la estación de Alpe du Grand Serre, que había operado durante 85 años, también dejará de funcionar. La comunidad de Matheysine tomó la decisión de no renovar los contratos de operación, poniendo fin a otra importante sede de deportes de invierno en el país.
Este fenómeno no es nuevo. Según el experto Pierre-Alexandre Metral de la Universidad de Gren, más de 180 estaciones de esquí han cerrado en Francia desde los años 70, especialmente aquellas situadas en zonas de media montaña que son menos rentables y más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Estos cierres coinciden con la preparación de Francia para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de 2030, que se celebrarán en los Alpes, lo que plantea un desafío adicional para el futuro de los deportes de invierno en el país.
