Un descubrimiento inesperado reescribió una página de la historia francesa durante la reciente restauración de la emblemática estatua de la Virgen con el Niño de Notre-Dame de la Garde, conocida popularmente como la Bonne Mère, el símbolo más representativo de la ciudad de Marsella. Los especialistas detectaron siete agujeros de bala ocultos en la estructura metálica de la escultura, marcas que permanecieron invisibles durante décadas y que se remontan a los últimos episodios de la Segunda Guerra Mundial.
El hallazgo se produjo casi al cierre de un complejo proceso de restauración que se extendió durante cinco años y que incluyó el redorado completo de la estatua por primera vez desde 1989. La figura, de casi 11 metros de altura y más de 9 toneladas de peso, estuvo cubierta por andamios entre febrero y octubre de 2023. Durante ese tiempo, el arquitecto jefe e historiador del arte Xavier David, responsable de los trabajos, instaló una luz intermitente en el interior del andamiaje que simulaba el latido de un corazón, como símbolo de la ausencia sentida por los marselleses al no poder ver a su protectora.

Al retirar viejas capas de pintura y dorado acumuladas durante sucesivas intervenciones, los restauradores se toparon con las señales ocultas del conflicto: cuatro impactos en la mano, el brazo y el vientre del Niño Jesús, y tres en el cuerpo de la Virgen. Los orificios habían sido rellenados en restauraciones posteriores sin registrarlos oficialmente, motivo por el cual el daño terminó por quedar olvidado por generaciones.
Las marcas de bala fueron finalmente vinculadas a los combates de agosto de 1944, cuando Marsella fue liberada de la ocupación nazi por tropas integradas por soldados de Senegal, Marruecos, Argelia y Francia. Según explicó Xavier David, tras la euforia inicial por la liberación, la ciudad volvió a convertirse en objetivo militar. “Durante tres días y tres noches, unidades de artillería alemana instaladas en el Fuerte de San Nicolás bombardearon la basílica. Perforaron el campanario, destruyeron vitrales, dañaron los mosaicos del techo y dispararon directamente contra la estatua”, relató el especialista.
Las reparaciones de posguerra fueron superficiales: se sustituyeron los mosaicos por murales y se taparon los orificios sin documentar el daño original, ocultando por décadas esta huella tangible del conflicto.
La restauración de 2023 no solo recuperó el esplendor de la Bonne Mère, sino que también abordó un problema estructural que nunca había sido estudiado en profundidad: la corrosión causada por la sal del ambiente marino y la contaminación urbana. Aunque la estatua había sido dorada en siete oportunidades desde su instalación, nadie había medido el grado de deterioro interno. Para sorpresa del equipo, se detectó una concentración de sal tres veces superior a lo esperado en el entramado de cobre e hierro, a pesar de las capas protectoras aplicadas en anteriores trabajos.
Para preservar la escultura durante el proceso, fue cubierta con una lona hermética climatizada, y el nuevo dorado estuvo a cargo de la empresa parisina Ateliers Gohard, con la meta de garantizar una durabilidad de entre 40 y 50 años. David remarcó que la vida útil del recubrimiento depende esencialmente de la preparación minuciosa de la superficie antes de aplicar la hoja de oro.
En paralelo, los técnicos retiraron la corona de la Virgen, de 1,2 metros de diámetro y 120 kilos de peso, encontrando una corrosión avanzada en su estructura interna. Para su reparación convocaron al metalista local Thomas Pagès, reconocido por su labor en la reciente restauración de los apóstoles de Notre-Dame de París. Además, se aplicaron técnicas de bioconsolidación en los cuatro ángeles de piedra que custodian la terraza del santuario, utilizando compresas de arcilla y bacterias especializadas para reforzar el material.
Visible desde el mar a más de 20 kilómetros en días despejados, la Virgen de Marsella es mucho más que una obra monumental: para los habitantes de la ciudad es una protectora espiritual y un símbolo de identidad colectiva. Por eso, el descubrimiento de los impactos de bala, testigos silenciosos de la guerra, tuvo un profundo impacto en la comunidad, al revelar que la estatua no solo observó la historia, sino que también fue alcanzada por ella.

La reinauguración, celebrada el 7 de diciembre de 2023, estuvo marcada por un momento cargado de emoción: la corona restaurada fue colocada nuevamente sobre la cabeza de la Virgen mediante un helicóptero, ante la mirada atenta y los aplausos de los presentes. En la ceremonia, autoridades locales agradecieron al equipo de restauración y destacaron cómo la recuperación de la Bonne Mère renovó el vínculo entre Marsella y su símbolo más querido.
Hoy, además de brillar nuevamente sobre la ciudad, la Virgen de Notre-Dame de la Garde guarda en su interior las cicatrices ocultas de una época de guerra, recordando que incluso los monumentos pueden ser testigos silenciosos de los conflictos que marcaron al mundo.


