Un hombre ha compartido los alucinantes y repugnantes actividades extremas a las que llegó para sobrevivir en la selva amazónica durante un mes.
Jhonatan Acosta, de 30 años, se encontró en una situación extrema de supervivencia a principios de este año cuando accidentalmente se separó de sus amigos en un viaje de cacería, según informaron los medios bolivianos.
Se perdió en una sección del Amazonas en el norte de Bolivia y, por desesperación, pronto se encontró comiendo gusanos y bebiendo agua de lluvia de sus zapatos, informó la BBC.
Pero las cosas de alguna manera empeoraron a partir de aquí, y cuando finalmente se acabó su suministro de agua de lluvia, no tuvo más opción que beber su propia orina para sobrevivir.
Le dijo al canal boliviano de noticias Unitel TV: «Ayudó mucho saber sobre técnicas de supervivencia: tenía que consumir insectos, beber mi orina y comer gusanos. Fui atacado por animales».
Pero Acosta no solo enfrentó desafíos en el departamento de alimentos cuando se perdió en la selva tropical, también tuvo que defenderse de muchos animales, incluidos los jaguares.
Este fue un desafío que se hizo aún más difícil por un tobillo dislocado, una lesión que sufrió cuatro días después de separarse de sus amigos.
“Solo tenía un cartucho en su escopeta, ya no podía caminar y creía que ya nadie lo buscaba”, dijo su hermano.
Según lo informado por los medios locales, Acosta había perdido 17 kilos cuando finalmente lo encontraron después de 31 días de hacer todo lo que tenía que hacer para sobrevivir.
Fue descubierto cuando vio un grupo de búsqueda y cojeó hacia ellos, a pesar de que el grupo estaba a 300 metros de distancia a través de arbustos espinosos.
«Un hombre vino corriendo para decirnos que habían encontrado a mi hermano. Es un milagro», dijo su hermano.
Tras su hallazgo a finales de febrero, Acosta fue trasladado al hospital y ahora recibe el tratamiento que necesita en un centro de salud de la región del Beni.
Su hermano explicó que planea dejar de cazar y, en cambio, dedicará su tiempo libre a las actividades comparativamente libres de riesgos de tocar la guitarra y el culto religioso.
«Él va a tocar música para alabar a Dios. Se lo prometió a Dios y creo que cumplirá su promesa», explicó su hermano.