En Japón, una medida controversial ha generado debate: algunos restaurantes están implementando precios diferenciados para locales y turistas en respuesta al exceso de turismo. Esta estrategia, que podría parecer discriminatoria, busca aliviar la presión económica y operativa que enfrentan los establecimientos debido a la afluencia masiva de visitantes.
Japón, conocido por su hospitalidad y precios uniformes, ha visto un incremento significativo en el turismo tras la pandemia de covid-19. La «venganza de viajes» y la debilidad del yen han atraído a un número récord de turistas, alcanzando los 17.78 millones en el primer semestre de 2024. Esto ha llevado a algunas áreas a implementar tasas turísticas y restricciones para controlar el flujo de visitantes.
Shogo Yonemitsu, gerente del restaurante de mariscos Tamatebako en Tokio, defiende la medida argumentando que no se trata de cobrar extra a los turistas, sino de ofrecer descuentos a los locales para cubrir los costos adicionales que implica atender a extranjeros. “Nos cuesta mucho atender a los extranjeros, y está fuera de nuestra capacidad,” explica Yonemitsu. Su restaurante ofrece un descuento de 1,000 yenes (US$ 6.50) a los locales.
Elisa Chan, directora asociada del centro de investigación sobre hostelería de la Universidad China de Hong Kong, señala que la fijación de precios diferenciados puede ser una solución eficaz para combatir el turismo excesivo. “Cobrar más a los turistas puede considerarse una solución para asegurarse de que el aumento de la demanda turística no ahuyente a los clientes locales fieles,” afirma Chan.
Por otro lado, Phoebe Lee, una turista australiana, muestra comprensión hacia la medida. En su reciente viaje a Japón, gastó menos debido a la debilidad del yen y comentó que no le importaría pagar un poco más para ayudar a las empresas locales a seguir ofreciendo experiencias auténticas y preservar la cultura japonesa.
La implementación de precios diferenciados en Japón refleja una respuesta pragmática a los desafíos del turismo masivo. Si bien la medida ha generado controversia, es un intento por equilibrar las necesidades económicas y operativas de los negocios locales con la creciente demanda turística. La conversación sobre su efectividad y equidad seguramente continuará mientras Japón busca soluciones sostenibles para gestionar el turismo.