El Monte Fuji volvió a ser escenario de una historia que quedará grabada en la memoria colectiva de Japón y el mundo. Kokichi Akuzawa, un hombre de 102 años y 51 días, alcanzó la cima de los 3.776 metros de la montaña más alta y emblemática del país, convirtiéndose en la persona de mayor edad en lograrlo, según lo certificó el Libro Guinness de los Récords.
Akuzawa, nacido en 1923 en la región de Gunma, ha sido un apasionado del montañismo desde joven. Ganadero de profesión y líder del Club de Montañismo de Gunma, ya había subido al Fuji en varias ocasiones, la última a los 96 años. Pero su nueva hazaña cobra aún más relevancia porque, a comienzos de 2025, enfrentó problemas de salud que incluyeron una caída, un herpes zóster y un fallo cardíaco que lo llevó a ser hospitalizado. Su recuperación parecía improbable, pero él la transformó en el punto de partida de un nuevo desafío.
Su preparación fue constante y disciplinada: caminaba una hora diaria y cada semana subía montañas más pequeñas, manteniéndose activo incluso en la tercera edad. En su cumpleaños 99, escaló el monte Nabewariyama (1.272 m), demostrando que la edad nunca fue un límite para él.
El ascenso al Fuji comenzó a principios de agosto, por la ruta Yoshida, acompañado de su hija Yukiko (de 70 años), su nieta enfermera y un grupo de montañistas. Dividieron el recorrido en tres días, descansando en refugios de altura. En la novena estación, cuando el aire se volvía más escaso, Akuzawa pensó en abandonar, pero las palabras de aliento de su hija lo impulsaron a seguir. Finalmente, llegó a la cima y dejó su nombre escrito en el libro de visitas del santuario Fujisan Sengen.
Lo más sorprendente fue la humildad con la que recibió el récord Guinness: “No fue nada especial”, aseguró. Sin embargo, su logro trascendió las fronteras. En redes sociales, la historia se volvió viral, siendo celebrada como un ejemplo de resiliencia, perseverancia y dignidad en la vejez.
El Monte Fuji, símbolo espiritual y cultural de Japón, encontró en Akuzawa un reflejo de la fortaleza del espíritu humano. A sus 102 años, este centenario demostró que nunca es tarde para seguir escalando sueños.
