Entre volcanes activos, aguas termales milenarias y pueblos que parecen detenidos en el tiempo, Kyushu se presenta como uno de los secretos mejor guardados de Japón. A pesar de ser la tercera isla más grande del país, es también la menos poblada de las cuatro principales, lo que la convierte en un refugio ideal para quienes buscan conectar con la naturaleza y la tradición japonesa más pura.

Ubicada al suroeste del archipiélago, Kyushu es un territorio de contrastes: fumarolas que brotan del suelo en Beppu, campos de azufre en Aso y playas tropicales en la prefectura de Miyazaki. Su geografía volcánica ha moldeado un paisaje casi irreal y una cultura profundamente conectada con la tierra.

A diferencia de Tokio u Osaka, aquí no hay multitudes ni rascacielos: en su lugar, hay templos escondidos en montañas, pueblos onsen con ryokans centenarios y una gastronomía que mezcla mar y montaña en cada plato. También es un punto clave en la historia del país: fue una de las puertas de entrada del budismo y del contacto con Occidente, y aún conserva huellas de esas épocas.

Kyushu es, en pocas palabras, el Japón que pocos conocen: sereno, salvaje y profundamente auténtico. Ideal para perderse… y encontrarse.