Las turbulencias, uno de los mayores temores de los pasajeros, han registrado un aumento del 55% en las últimas cuatro décadas y se espera que se tripliquen para 2050, según estudios científicos. Este fenómeno, cada vez más frecuente debido al cambio climático, no solo genera incomodidad y lesiones, sino también mayores costos y riesgos para la industria aérea.
En 2024, un vuelo de Singapore Airlines terminó con varios heridos cuando pasajeros y tripulantes fueron arrojados contra el techo de la cabina. Situaciones similares, como la ocurrida en un Boeing 787 de United Airlines a inicios de 2025, evidencian que el problema es creciente y demanda nuevas soluciones.
Actualmente, las turbulencias severas en aire claro, invisibles para radares y satélites, representan el mayor desafío. Estas no solo asustan a los viajeros, sino que también desgastan el fuselaje de los aviones y obligan a maniobras que consumen más combustible y aumentan las emisiones contaminantes.
La industria trabaja en innovaciones tecnológicas para mitigar el impacto. Una empresa austríaca desarrolla “flaplets”, pequeños aditamentos en las alas que podrían reducir la sensación de turbulencia hasta en un 80%. Por otro lado, la inteligencia artificial promete revolucionar la detección y predicción, con sistemas capaces de interpretar datos atmosféricos en tiempo real y generar modelos más precisos.
Entre los proyectos destacados se encuentran:
- IA aplicada a la dinámica de fluidos, probada por centros de investigación europeos, para predecir el comportamiento del aire.
- Sensores Lidar de doble longitud de onda, diseñados para mapear turbulencias con varios kilómetros de anticipación, aunque aún demasiado grandes y costosos para aviones comerciales.
- Micrófonos ultrasensibles de la NASA, capaces de detectar señales infrasónicas de remolinos a cientos de kilómetros de distancia.
A nivel operativo, aerolíneas como Air France, EasyJet y Aer Lingus utilizan Turbulence Aware, un programa de la IATA que recopila y comparte datos de turbulencia en tiempo real. Además, aplicaciones como Turbli ofrecen a los pasajeros información detallada sobre posibles turbulencias en sus vuelos.
Si bien la predicción ha mejorado —hace 20 años se estimaba el 60% de los episodios y hoy alcanza el 75%—, los expertos insisten en la necesidad de más datos y colaboración entre aerolíneas y científicos.
El futuro de la aviación apunta a la convergencia entre IA, sensores avanzados y nuevas tecnologías de diseño aéreo, con el objetivo de que volar sea más seguro y confortable, incluso en un mundo con una atmósfera cada vez más inestable.

