En el enrevesado laberinto de la historia del tráfico, la elección del lado de la carretera ha sido un tema de profunda divergencia entre los británicos y los estadounidenses, con raíces que se remontan a los días de los carruajes y las dinámicas sociales. Mientras que el Reino Unido abrazó la conducción por la izquierda, influenciada por las tradiciones de carruajes y la estructura social, Estados Unidos y la mayoría del mundo optaron por la derecha, marcando la pauta con la expansión de las carreteras y la democratización del transporte.
La decisión del Reino Unido de mantenerse a la izquierda, aunque atípica en comparación con la tendencia continental, se remonta a épocas en las que el lado izquierdo de la carretera era el espacio reservado para carruajes y personas de clases más altas, mientras que los peatones, representando a las clases más bajas, transitaban por la derecha. Esta distinción social fue desafiada por el gobierno revolucionario francés de Maximilien Robespierre, quien impuso la conducción por la derecha como un acto de igualdad social y eficiencia vial.
En contraste, Estados Unidos y gran parte del continente europeo adoptaron la conducción por la derecha, una decisión que se consolidó con el auge de las carreteras y la estandarización del tráfico, facilitada en parte por figuras como Henry Ford. A pesar de la popularidad del Modelo T de Ford, la estandarización del tráfico en la derecha no fue meramente una innovación de la era automovilística, sino una continuación de prácticas establecidas mucho antes.
La influencia de Napoleón Bonaparte también desempeñó un papel crucial en la estandarización de la conducción por la derecha en Europa, extendiendo sus políticas a medida que sus ejércitos marchaban por el continente. Sin embargo, la resistencia sueca ante la dominación napoleónica mantuvo la conducción por la izquierda en ese país hasta 1967, un testimonio de la persistencia de las tradiciones arraigadas.
En resumen, la elección del lado de la carretera no solo refleja preferencias culturales y sociales arraigadas, sino que también plantea desafíos prácticos y precauciones adicionales para los conductores en un mundo donde las normas varían y los riesgos son reales. La dualidad en las carreteras, marcada por la divergencia entre izquierda y derecha, continúa siendo un recordatorio fascinante de la compleja interacción entre la historia, la cultura y la infraestructura vial.