En el corazón del océano Pacífico Sur, a unas dos horas de vuelo desde Sídney, se encuentra uno de los lugares más puros y preservados del planeta: la isla Lord Howe, un paraíso australiano tan delicado que solo 400 visitantes pueden estar allí al mismo tiempo.
Declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, esta isla de apenas 14 kilómetros de extensión es un refugio natural donde el tiempo parece detenerse. Sus playas de arena blanca y aguas turquesas, sus bosques de palmeras endémicas y sus montañas cubiertas de nubes conforman uno de los ecosistemas insulares mejor conservados del mundo.
Un paraíso con cupo limitado
Desde hace más de 40 años, Lord Howe aplica estrictas medidas de conservación que limitan el turismo para proteger su biodiversidad única. Solo 400 personas pueden alojarse allí por día, una cifra que iguala la cantidad de habitantes permanentes de la isla.
El desarrollo urbano está completamente prohibido, y desde 1982 no se permiten gatos para evitar que afecten a las especies locales. Además, en los últimos años se llevó a cabo un exitoso programa para erradicar ratas y ratones invasores, lo que permitió la recuperación de animales autóctonos como la gallina de bosque.
Un tesoro natural intacto
Lord Howe recibe a los viajeros con un entorno que parece sacado de una postal: lagunas cristalinas, arrecifes de coral protegidos, y los imponentes montes Gower y Lidgbird, cubiertos de una vegetación que solo crece en este punto del planeta.
Allí habitan especies únicas como el pájaro de madera de Lord Howe y el petrel negro, dos aves endémicas que son símbolo de la isla.
Qué hacer en Lord Howe

Pese a su tamaño, la isla ofrece múltiples actividades para los amantes de la naturaleza: snorkel, buceo, kayak, senderismo, escalada y avistamiento de aves. Sin embargo, quienes la visiten deben estar preparados para desconectarse por completo: no hay cobertura de telefonía móvil, y las redes sociales quedan en pausa.
Un destino donde la naturaleza manda
Lord Howe es mucho más que un destino turístico: es un ejemplo de cómo la preservación puede convivir con el turismo sostenible. Un lugar donde cada visitante se convierte en guardián temporal de un ecosistema que, a fuerza de cuidado y respeto, ha permanecido casi intacto frente al paso del tiempo.
📍Solo unos pocos afortunados pueden pisarla cada día, pero todos pueden inspirarse en su mensaje: cuidar la naturaleza es el verdadero lujo.

