Las Islas Feroe han iniciado su caza anual de ballenas matando a más de 100 criaturas marinas en solo 24 horas.
Save the Reef informa que la increíble cantidad de 131 ballenas piloto fueron brutalmente sacrificadas durante la noche, a pesar de estar protegidas por la Convención de Berna sobre la Vida Silvestre.
El grupo de conservación de animales continúa haciendo campaña para que el país prohíba la práctica que se remonta a unos 1.000 años.
Escribió en Instagram: “Las Islas Feroe comen carne de delfín y defienden una tradición llamada ‘Grindadrap’, que permitió a sus antepasados sobrevivir en un clima hostil mientras que hoy, sus supermercados están llenos de comida de todo tipo y, sin embargo, la caza persiste de todos modos».
“En promedio, 800 cetáceos mueren cada año en las Islas Feroe en nombre de la ‘tradición’ a pesar de que menos del 20 por ciento de los isleños ya consumen carne y grasa de ballena piloto».
«Una vez que generemos suficiente conciencia y haya suficiente protesta pública sobre esto, las tradiciones bárbaras como esta se detendrán de una vez por todas».
Blue Planet Society afirma que muchos más han muerto en los últimos días y están pidiendo al gobierno de las Islas Feroe que detenga la tradición.
Lanzaron una petición en Change.org, que ha atraído casi medio millón de firmas. En la cual se le pide a los líderes de las Islas Feroe y Japón que detengan todas las cacerías de ballenas, que se estima que matan a decenas de miles de animales cada año.
Alrededor de 100.000 ballenas piloto nadan en los mares cerca de las Islas Feroe, un archipiélago del Atlántico norte que se encuentra entre Noruega e Islandia.
Si bien todos los cazadores deben tener una licencia de caza, la práctica a menudo es criticada por los activistas por los derechos de los animales.
Según Sea Shepherd UK, la búsqueda puede tardar horas en completarse. Los pescadores atrapan a los animales y luego les clavan ganchos desafilados en sus orificios nasales. Luego, las ballenas piloto son arrastradas a la arena donde les cortan la médula espinal.
En 2014, Sea Shepherd pudo detener la matanza y salvar a ‘cientos’ de animales.
Sin embargo, los esfuerzos de la organización demostraron ser una especie de «espada de doble filo», ya que desencadenaron la aprobación de una ley local que prohíbe a cualquiera de sus barcos entrar en el archipiélago.
