Bien dice el dicho, lo bueno viene en frasco chico, y la verdad es que estos lugares no hacen otra cosa más que confirmarlo. Son chiquitines chiquitines (al lado de los inmensos lugares que estamos acostumbrados) pero que te van a dejar sin palabras. Vas a terminar anotando a más de uno en tu lista de lugares por visitar. Yo te avise…
1. Aogashima en Japón
Es una mini isla japonesa con nada más que 178 habitantes (no es el lugar ideal para buscar novio). Lo peor del caso es que todavía es más chiquita por que tiene 2 volcanes, o sea, más volcán que isla.
Esta isla volcánica se encuentra a 358 kilómetros al sur del centro de la ciudad de Tokio. Mide 3.5 km de largo y 2.5 km ancho.
Nadie sabe cuándo exactamente la gente comenzó a vivir en esta isla. Después de una actividad volcánica en 1785, esta isla no había estado habitada por casi 50 años.
Hay una oficina de correos y una escuela primaria / secundaria. Esto significa que los niños (a la edad de 15 años) necesitan salir de la isla para estudiar en la escuela secundaria o en un nivel educativo superior.
Con solo 178 personas viviendo, solo hay una dirección postal en esta isla y el trabajador de correos entrega según el «nombre» del individuo.
2. Huacachina en Perú
Es un oasis rodeado de arena, cuando llegues ahí la boca te va a quedar por el piso. Tampoco pasa los 200 habitantes, pero tranquilo que siempre hay lugar para uno más.
Este oasis está ubicado a cinco kilómetros al oeste de la ciudad peruana de Ica, en medio del desierto costero del Pacífico. El agua verde esmeralda es producida por el afloramiento del flujo de agua subterránea. A su alrededor, hay mucha vegetación, compuesta de palmeras, eucaliptos (especies introducidas) y huarango de algarrobos, donde habitan las aves migratorias que pasan por la zona.
A partir de 1960 se comenzaron a construir casas y hoteles, se levantó un hermoso malecón alrededor de la laguna, con barandas, alamedas y vestidores para bañistas. Incluso se asfaltó el camino que une a la laguna con la ciudad de Ica.
3. Atolón Baa en Maldivas
Son 75 islas la que forman este atolón, si 75, pero más que islas serían cachitos de tierra, peques, peques. El agua, la tranquilidad, el paisaje, todo… un paraíso.
El atolón de Baa es una Reserva de la Biosfera designada por la Unesco, lo que lo convierte en un paraíso durante todo el año para bucear sobre arrecifes de coral, así como para avistar especies marinas más grandes como los delfines.
De junio a noviembre es el momento ideal para ir, ya que cientos de mantarrayas y tiburones ballena se reúnen durante esta temporada para alimentarse del plancton que abunda en algunas de las bahías del atolón.
4. Penglipuran en Indonesia
Es una aldea de película: bosques de bambú, casas pintorescas, poca gente (todos se conocen) y una energía única. Lo más gracioso de todo esto, es que si tienes dudas de cuantos son en la aldea puedes ir puerta por puerta sumando, ya que en cada una hay un papelito que te dice cuantas personas viven ahí.
Ubicada a 625 metros sobre el nivel del mar, a unos 6 kilómetros de la ciudad de Bangli y a 1 kilómetro de la aldea de Kubu, Penglipuran es una de las aldeas más tranquilas, limpias y serenas de toda la nación, y una de las tres más limpias de todo el mundo. Al ser intocable por la modernización (¡ni siquiera puede estacionar sus vehículos dentro!), La atmósfera del pueblo y los jardines inmaculados que los rodean la hacen una experiencia única, desde su cultura majestuosa y mítica, hasta la alta hospitalidad y el cortejo de los locales.
5. Undredal en Noruega
Será muy chiquito el lugar, pero tiene algo que no hay en otra parte de Europa, la iglesia más chiquita de todo ese continente. Vas a comer los mejores quesos de cabra que te puedas imaginar (seguramente acompañados por un buen vino) y de fondo la naturaleza salvaje.
Se trata de un pequeño pueblo verdaderamente encantador, tradicional y tranquilo. Es conocido localmente por sus quesos, producidos a partir de la leche de alrededor de 500 cabras que deambulan libremente por las laderas del fiordo alrededor del pueblo. Hay dos tipos: el queso Undredal amarillo firme y su variante marrón, ligeramente dulce, hecha del suero hervido y concentrado. Puedes recoger un trozo de cada uno en una de las queserías del pueblo.
6. Cayo Bolaños en Honduras
Dicen por ahí que es el último edén del Caribe. El paraíso hecho realidad en Honduras. Un lugar poco visitado por que no es muy conocido, cosa que lo hace más interesante y mejor. Arrecifes, palmeras, arena blanca, agua turquesa, algo más?
Cayo Bolaños es parte de Cayos Cochinos, junto con otros 13 pequeños cayos. Allí se encuentra la segunda barrera de arrecife más grande del mundo llamada “los bosques tropicales del mar”, por lo que se ha convertido en un destino muy codiciado por los buceadores.
El grupo de islas es un área protegida declarada por el gobierno hondureño como reserva biológica. Debido a la dificultad de acceso, estas islas, especialmente las más pequeñas, no han sido desarrolladas por el turismo, protegiendo así su estado natural casi prístino. De hecho, en algunos lugares, la comunidad garífuna de residentes que llegaron a Honduras hace 200 años.
7. Shirakawa-go en Japón
Una aldea en Japón que es famosa por que los techos de las casas llegan casi hasta el piso en forma de “V”, ya que tienen que aguantar el peso de la nieve durante el invierno. No es un lugar fácil de llegar, pero tampoco es el más difícil. Vale la pena ir y recorrerlo (no más de un día, acuérdense que es mini).
Las regiones de Shirakawa-go (白 川 郷, Shirakawagō) y las vecinas de Gokayama (五 箇 山) bordean el valle del río Shogawa en las montañas remotas que se extienden desde Gifu hasta las prefecturas de Toyama. Declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, son famosos por sus tradicionales granjas gassho-zukuri, algunas de las cuales tienen más de 250 años.
Gassho-zukuri significa «construido como manos en oración», ya que los empinados techos de paja de las granjas se asemejan a las manos de los monjes budistas presionados juntos en oración. El estilo arquitectónico se desarrolló durante muchas generaciones y está diseñado para soportar las grandes cantidades de nieve que cae en la región durante el invierno. Los techos, hechos sin clavos, proporcionaban un gran espacio en el ático utilizado para cultivar gusanos de seda.
8. Bibury en Inglaterra
Parece el escenario perfecto para una película de Harry Potter. Dicen (yo también lo creo) que es el pueblo más lindo de Inglaterra. Casitas de piedra rodeadas de estanques, ríos y mucho verde.
A fines del siglo XIX, George Witts relató el descubrimiento de la villa romana de Bibury: “En el año 1880 se descubrió accidentalmente una villa romana en la parroquia de Bibury, a unas seis millas al noreste de Cirencester. Se encontraron algunas cerámicas romanas, monedas, restos de pavimentos teselados, etc., pero como todavía no se ha realizado ningún examen, no se puede dar una descripción del edificio», George Witts, 1883.
Las atracciones en Bibury incluyen Arlington Row, una hilera de casas de tejedores construidas con piedra local al lado del río Coln, la granja de truchas Bibury y la iglesia sajona, la iglesia de St Mary.
9. Eguisheim en Francia
Ojo con este lugar que es conocido por sus vinos, ¡si vas hay que catar! Es un pueblito que esta armado como si fuera un círculo (si lo ves desde arriba). Todas calles empedradas, casitas pintadas con colores pasteles. Tienes que ir, por las dudas con un mapa, no creo que te pierdas mucho por su tamaño, sino por su distribución.
Eguisheim, uno de los pueblos de cuento de hadas de Alsacia, es una gran excursión de un día desde Colmar, Francia, a solo 30 minutos de distancia.
Es una ciudad pequeña que puedes cruzar en unos cinco minutos. Simplemente pasea por las callecitas y sorpréndete con lo que encuentre.
10. Isortoq en Groenlandia
Por 10 personas no llega a los 200 habitantes, quizás porque hace mucho frío, o por que está muy lejos. Pero lo que tiene este lugar de pequeño lo tiene de hermoso, es increíble
Isortoq se encuentra aproximadamente a 100 km al oeste de Tasiilaq en la costa este de Groenlandia y es el asentamiento más pequeño y meridional de Ammassalik.
Hace unos años se decía que había tanta niebla en el agua que un kayakista no podía ver su propia pala cuando la sumergía en el agua.