Para los amantes de la naturaleza, de los senderos tranquilos, los deportes al aire libre, Laguna La Zeta, en Esquel, es el paraíso soñado. Está a solo 15 minutos del centro. El atractivo natural, rodeado por la flora y la fauna del lugar, invita a descubrir un ecosistema único.
Con 1.100 hectáreas, la laguna es una Reserva Natural Urbana desde 2013. Allí habitan diferentes especies, se encuentra el bosque andino y la estepa patagónica.
¿Dónde se ubica?
Está a cuatro kilómetros de la ciudad, camino al paraje Alto Río Percy.
Se la considera una laguna de altura. Su origen es glaciar y se halla al fondo de un valle suave que hace que su vista sea increíble: la laguna ante un bosque de pino, implantados hace décadas.
El atractivo es un espacio municipal, público y gratuito, de fácil acceso para los turistas y locales de Esquel. Al igual que todos los espacios naturales, sugiere un grado de responsabilidad social en su preservación y cuidado.
¿Qué se puede ver?
Cuenta con una variedad de 110 tipos de aves y 36 especies de mamíferos, reptiles, anfibios y peces. Su vegetación característica es arbustiva, con presencia de maitenes, lauras, ñires, chacay, mamuel choiques y neneos.
Además, habitan aves propias de la estepa y del bosque andino. En cuanto a los mamíferos, te encuentras con zorros, zorrinos, piches (o quirquinchos), liebres europeas (una especie exótica que ha sido introducida) y diversidad de cuises y tuco tucos.
¿Qué hacer?
Ya seas vecino, turista, deportista o amante de la naturaleza, la Reserva ofrece de todo: puedes pasar el día y recorrer la extensión del lugar a través de sus senderos, practicar kayak, windsurf o andar en velero. Ten en cuenta que no se permite el uso de vehículos de motor en la laguna, para preservar las riquezas naturales.
En verano puedes disfrutar de las playas, que están protegidas por guardavidas y abastecidas por paradores. En invierno, descubrir sus cerros nevados y la laguna congelada.
Rodear la laguna te tomará una hora y media. A su vez, tienes la posibilidad de disfrutar de los impresionantes paisajes desde los miradores ubicados en diferentes puntos de la Reserva y aprovechar el observatorio de aves.
¿El sendero más elegido por los visitantes? El que une el balneario con “El Cipresal”, un sector conocido dentro de la Reserva, en dónde encuentras ciprés de la cordillera, un árbol muy pintoresco, que se mantiene saludable y representa uno de los núcleos de conservación más importantes del lugar.
¿Cómo llegar?
Debido a la corta distancia que hay desde la ciudad, puedes ir caminando tomando alguno de los variados senderos que parten desde diversos barrios de Esquel. Se tarda aproximadamente una hora en llegar.
En auto, un desvío de la Avenida Fontana hacia el oeste da inicio a una serie de curvas, que desde el aire pueden reconocerse como “zetas” y que empiezan a marcar el camino de ripio para llegar a la Laguna La Zeta.
La historia de Laguna La Zeta
Las tierras en las que se asienta la Reserva supieron ser propiedad del Ejército, al igual que muchas de las grandes extensiones de la Patagonia Argentina. Un siglo atrás también se asentaron pobladores rurales, camino al Alto Río Percy. De veinte años a esta parte, la ciudad creció notablemente y hacia 1994, surgió la primera propuesta de convertir formalmente a la Laguna La Zeta en un área recreativa, en virtud del uso que venía haciendo la comunidad.
Con el interés de preservar las condiciones ambientales, mantener el carácter público del espacio y promover el desarrollo sustentable de actividades, en 2013 y tras un arduo proceso participativo ciudadano de cuatro años; con foros y talleres, se puso en marcha un plan de manejo que reconoce a la Reserva Natural Urbana Laguna La Zeta como “un espacio de propiedad pública, valorado y utilizado por la comunidad de Esquel en forma sostenible, e integrado a la cuenca de la que forma parte”.
Se dispuso el desarrollo armónico de actividades recreativas, económicas, educativas y de restauración ecológica. Concretamente, se le brindó un respaldo formal a un ámbito históricamente elegido por vecinos y visitantes, quienes a partir de allí lo empezaron a habitar, con mayor fluidez y conciencia de su importancia como pulmón natural.