La Patagonia Argentina tiene tanto para ofrecer que es imposible que un único viaje alcance para conocer cada uno de los rincones que se ocultan bajo historias, sitios naturales y pequeños pueblos.
En la provincia de Chubut, a escasos kilómetros de Puerto Madryn, se sitúa un pequeño pueblo donde el aroma a té y tortas inunda las callecitas por las que transitan esos perdidos viajeros sin saber bien dónde se encuentran. Gaiman, un pueblo galés como perdido en medio de la provincia que ha enamorado no solamente a viajeros de todos los estilos, sino también a la mismísima realeza.
Un poco de historia
Gaiman es un pueblo construido por galeses, más precisamente fue uno de los primeros municipios de la provincia, fundado en el año 1874 cuando llegaron los primeros inmigrantes.
Los primeros fundadores llegaron desde Gales buscando una vida mejor y se encontraron con un sitio prácticamente desértico que las energías por salir adelante los ha llevado a construir uno de los pueblos más visitados de la provincia.
El poblado, de casi 6 mil habitantes, es una pequeña porción de Gales, prácticamente único en Argentina donde se buscan conservar las tradiciones y costumbres de los primeros pobladores, para que “las recetas de la abuela galesa” nunca se pierdan, sin dejar de adaptar la cultura argentina que les dio acogida en sus peores momentos.
Un pueblo de sensaciones
Caminar por Gaiman implica una combinación de sensaciones, un conjunto de elementos que tan tranquilos se encuentran dispuestos en la Patagonia pero que envían tanta información como historia que conllevan.
Para más poesía aun, Gaiman es ese pueblo donde caminar (aunque sean varios kilómetros) invita a los viajeros a descubrir esas pequeñas casitas que pueden no decir mucho, pero que la paz y la tranquilidad, las familias detrás y la historia de cada una de ellas, hipnotizan de alguna manera a quien las está observando.
Un recorrido por Gaiman
Paisajes de lujo
Gaiman es un pequeño pueblo rodeado de pequeñas colinas y repleto de casitas de ladrillo vista. El sentido de la vista se desarrolla a través de caminatas por sus calles, subidas a pequeños miradores al valle y la cantidad inexplicable de capillas ubicadas en casi cada esquina.
Otra de las particularidades de Gaiman es que, a pesar de encontrarse en un país mayoritariamente de religión católica, la mayoría de sus capillas son protestantes, conservando la tradición galesa y hasta ofreciendo servicios en lengua nativa al menos una vez al mes.
Aromas que viajan en el tiempo
La gastronomía es un punto clave dentro de la cultura argentina y es que la galesa ha utilizado este tópico para transmitir parte de sus raíces a todo viajero que recorre Gaiman. Uno de los principales atractivos y actividades primordiales de todo aquel que visita el pueblo de Gaiman es: tomar el té. El típico té en hebras acompañado de una torta galesa forma parte de una visita a Gaiman y quien no lo ha hecho, en verdad “no ha visitado Gaiman”.
Tal es la popularidad del pueblo en Reino Unido por ser uno de los pocos pueblos con tanta cultura galesa en medio de Argentina, que en el año 1995 la princesa Diana (LadyDi) visitó el país durante 4 días y uno de ellos fue destinado a conocer este mítico pueblo patagónico. LadyDi no solo recorrió el pueblo sino que además se sentó a tomar el té galés en una de las típicas casas de té de Gaiman.
Dato curioso: lo único que no hizo LadyDi fue degustar una porción de torta, memoria que recuerdan todos los residentes de Gaiman cuando cuentan esta historia.
Un recorrido al pasado de Gales
Algunos museos se distribuyen a lo largo de la ciudad, aunque Gaiman de por sí, es un museo al aire libre. Arribar a Gaiman implica una visita a la oficina de turismo para que, a través de un mapa del pueblo, se puede indicar a los viajeros los puntos clave del pueblo.
Dentro de un recorrido por Gaiman, se puede recorrer: la primer estación de ferrocarril, la primer capilla y hasta la primer casa galesa construida en el pueblo, datada del año 1974.
Dato viajero: la casa se encuentra muy próximo al centro del poblado y una visita posibilita a los viajeros a ingresar a una cápsula del tiempo, imaginando cómo eran las casas, los utensilios y objetos utilizados por las primeras familias, intentando subsistir en un terreno desconocido al que pronto llamarían hogar. La visita no dura más de 1 hora y es ideal para visitar antes de tomar el té.
Gaiman, un pueblo argentino-galés que no hace más que rememorar vestigios del pasado, valorar las costumbres de los antepasados y enseñar a las futuras generaciones la importancia de las tradiciones de pueblos que lograron adaptarse y combinar lo más preciado de las personas: la cultura.