Ubicado en Córdoba, también será uno de los más grandes del país. Concentra excelentes alternativas para el viajero e inagotables paisajes naturales dentro de sus más de 4000 mil hectáreas. Desde avistaje de aves hasta cabalgatas y mucho más: si te preguntas qué hacer en el Parque Nacional Ansenuza, en esta nota voy a compartir todas las actividades que puedes realizar en el lugar y la respuesta a cómo podrás disfrutar de sus maravillosas postales.
En tiempos de pandemia, las experiencias al aire libre se han transformado en una de las búsquedas más frecuentes. Lógico, en un contexto donde el distanciamiento social es condición, todas aquellas actividades que respeten la premisa serán las primeras en colarse en nuestro radar. Más todavía si además de cumplir con semejante requisito, nos deleitan con paisajes increíbles. Argentina, en ese sentido, cumple y lo hace con honores. Panorámicas imponentes, una de las 7 maravillas naturales del mundo, la segunda montaña más alta del planeta y un espectáculo de diversidad natural son la evidencia perfecta de que recorrer el país es la decisión acertada.
Ahora bien, entre tanta oferta de excelentísima calidad, entender qué conocer dentro del territorio argentino puede tornarse algo complicado. Entonces, ¿cuál debería ser la próxima parada? Para quienes busquen una experiencia alternativa y fascinante, el recientemente anunciado y próximo a crearse Parque Nacional Ansenuza es ideal. Queda en la provincia de Córdoba e incluirá gran parte de de la Laguna Mar Chiquita y los Bañados del río Dulce. Será el tercero de la provincia y alberga los tres tipos de flamencos que se encuentran en Sudamérica, además será dueño del quinto lago salado más grande del mundo.
Si bien aún no esté formalmente creado sobran motivos para conocer el lugar. Y actividades al aire libre, también. A continuación, te mostraré 5 experiencias inolvidables que puedes vivir durante una visita por la zona del futuro Parque Nacional.
Qué hacer en el Parque Nacional Ansenuza
Avistaje de aves
Las preferidas son las aves rosas de patas esbeltas. Hablamos de los flamencos, claro. Sucede que su elegancia inconfundible maravilla a más de uno y en la laguna de Mar Chiquita (o Ansenuza) están tres de las seis especies que existen en el mundo: el flamenco austral, la parina grande y la parina chica. Los primeros han hecho del Parque su hábitat y hoy son más de 300 mil los que residen en la zona.
Pero a no confundirse, además de estas bellísimas de color rosado, se pueden encontrar más de 350 especies de aves en toda la laguna y los montes y bañados que la rodean el Parque. De hecho, en la región de Ansenuza se pueden encontrar el 36% de las aves argentinas y el 66% de las aves migratorias y playeras registradas en el país. Ambas razones son suficientes para postular este Parque Nacional como una de las mejores coordenadas de Argentina donde apreciar la avifauna (regional y migratoria) en todos sus tamaños y colores.
¿Qué otras especies se pueden contemplar? En las costas de la laguna conviven aves acuáticas como el cisne coscoroba, el tero real, la gaviota capucho café, el biguá, la garza blanca y muchísimas más.
Senderismo
Conocer a fondo las tierras que serán parte del Parque y dejarse asombrar por su biodiversidad es claramente un imperdible para quien lo visite. En lo que a sus paisajes respecta, hay islotes, humedales, entornos salinos, costas altas y bajas, y el reconocido bosque chaqueño.
Lógicamente, tal diversidad de ambientes implica una fauna de lo más variada. ¡El encanto de esta magnífica coordenada no se reduce únicamente al avistaje de aves! Por aquí conviven mamíferos, anfibios y reptiles de todo tipo. De hecho, también lo habitan especies en riesgo de extinción como la tortuga terrestre, el lobito de río y el aguará guazú.
De aquí la importancia de que este espacio, que hoy es una Reserva Natural Provincial de Uso Múltiple, se transforme en un Parque Nacional. Significa aunar los esfuerzos para la conservación de su amplia biodiversidad que, aunque resulte increíble, repercute en el ecosistema global.
Navegar las aguas del Mar Ansenuza
La provincia de Córdoba no tiene salida al océano, pero como hemos dicho antes, tiene su propio mar. Si bien no es precisamente un mar en términos geográficos, el Mar de Ansenuza es el lago salado más grande de Sudamérica y el quinto en el mundo. De hecho, posee casi tres veces más concentración de sal que la que puede llegar a tener un océano. ¡Son aguas que incluso tienen propiedades medicinales! Navegarlas, sin duda, es una experiencia completamente envidiable. Además, uno de los puntos panorámicos más estratégicos para la famosa golden hour es desde arriba del agua. Que, dicho sea de paso, se recibe con un trago en mano para brindar por la hermosa postal.
Cabalgatas en La Paquita
Que el territorio cordobés se sitúa como uno de los más elegidos para disfrutar de nuestros compañeros ecuestres no es novedad. La tierra cordobesa, con sus sierras alucinantes, se presta a la perfección para conocerla a caballo. Claro que Ansenuza no es la excepción, especialmente el recorrido por la maravillosa localidad de La Paquita.
Se trata de un paseo rural de aproximadamente una hora y media que desemboca en la costa de la Laguna de Mar Chiquita y durante el cual se pueden apreciar los paisajes agrestes, la fauna del monte y, desde ya, una enorme diversidad de aves. ¿Un consejo? Hacerlo bien temprano para deleitarse con el amanecer o más bien tarde para disfrutar del atardecer. Sea cual sea la decisión, los rayos del sol dibujados sobre el horizonte serán una postal difícil de olvidar. De hecho, muchos dicen que desde acá se vive uno de los mejores atardeceres del mundo.
Sobrevolar la zona
Recorrer el suelo cordobés es – siempre – una actividad cautivadora. Ahora bien, conocerlo desde las alturas significa redoblar la apuesta y vivir una experiencia todavía más increíble. La ruta en avión, si bien se extiende por fuera de los límites del Parque Nacional, sobrevuela la localidad de Miramar – el centro turístico más desarrollado de la zona -, además de la desembocadura de los ríos Primero (o Suquía) y Segundo (o Xanaes). Ambos ríos forman parte de la cuenca cerrada a la que pertenece el Mar de Ansenuza.
Desde arriba da la sensación al turista de turno de que la Laguna es, de alguna manera, inagotable. ¡Aún desde el avión no se alcanza a ver el final de su ancho de 100km de largo! Y lo mejor de todo es que, al incluir la zona donde se alimentan muchas de las aves del Parque, se puede admirar cómo algunas de ellas – que vuelan en bandada – dibujan en el cielo un espectáculo completamente coordinado e hipnotizante.
Por último, para los fanáticos de la historia, el camino aéreo sobrevuela las ruinas del Gran Hotel Viena que junto a 100 hoteles más, sufrió las consecuencias de las crecidas de la Laguna en 1997 y hoy se establece como el símbolo de un momento histórico.