Más allá de la archiconocida Ruta 66, Estados Unidos cuenta con muchas carreteras que los amantes de los road trip tienen en su agenda de viajes. Una de estas es la Highway One, conocida como una de las rutas panorámicas más lindas del mundo.
Highway One recorre la costa pacífica entre Los Ángeles y San Francisco y es una de las favoritas de los amantes del cine y la literatura, pero también de aquellos que disfrutan de playas infinitas, bosques de secuoyas gigantes y otras maravillas naturales.
Esta ruta, que tiene casi 1000 kilómetros de largo y bordea la costa del Pacífico, es la mejor alternativa (aunque no la más rápida) para ir por tierra de San Francisco a Los Ángeles.
Vas a necesitar al menos una semana para recorrer Highway One, haciendo paradas en algunos de los lugares más emblemáticos por los que pasa, ¿Estás listo?
San Francisco
Damos inicio a este viaje por la Highway One en una de las ciudades más bellas del estado de California y uno de los lugares más cosmopolita del mundo, la ciudad de San Francisco.
El Golden Gate es el emblema de San Francisco, una ciudad moderna, con un aire bohemio, creativo, y vanguardista. Aquí podemos visitar el histórico barrio de Castro o la prisión de Alcatraz, hacer un recorrido por los lugares más interesante del movimiento hippie o visitar los lugares destacados de la Generación Beat.
No dejes de visitar el Lago Stow en el Golden Gate Park, las tiendas de Union Square o los espectáculos del distrito teatral.
Nos alejamos un poco de la gran ciudad que merece al menos 2 o 3 días para conocer lo más destacado y, la primera perlita de Highway One está a 100 km de San Francisco. Se trata de Santa Cruz.
Santa Cruz
Aquí puedes sentirte el protagonista de una película de los años 50. Es una hermosa ciudad surfer con pinceladas vintage que por momentos parece detenida en el tiempo.
Nos sumergimos en el Beach Boardwalk, el parque de diversiones más antiguo de los Estados Unidos. Desde 1907 se ubica en Santa Cruz Pier, al borde de la anchísima playa principal. Vale la pena quedarse unas horas ahí y divertirse en este lugar que parece sacado de una serie americana. Puestos de comida rápida, unas 30 atracciones y filas de puestos retro de kermese, llenos de enormes osos de peluche que se irán como premios para los más habilidosos o los más suertudos.
Aparte del Beach Bordwalk, Santa Cruz se enorgullece de su Surf Museum y de un sitio de lo más curioso llamado Mistery Spot: en la ladera de una colina, en 1940 se construyó una cabaña en la que la ley de gravedad está inexplicablemente desafiada. Los objetos ruedan cuesta arriba, las personas paradas aparecen inclinadas y hasta pueden caminar por las paredes.
Seguimos viajea través de Highway One.
Monterrey
Siguiendo la Highway One, estamos acercándonos a Monterrey y pasamos por el puente Bixby Creek Bridge, una obra maestra de la ingeniería de 1932 que se ha convertido en todo un emblema de la región.
Monterrey, una ciudad muy visitada por su atracción principal: el Acuario de la Bahía de Monterey, que ocupa instalaciones de una antigua empacadora de sardinas en Cannery Road. El acuario tiene más de 35.000 animales y, a pesar de la imponencia de las mantarrayas, los tiburones y las medusas, la nutria californiana es la especie más carismática, la preferida de los niños.
Te recomendamos conducir por la famosa 17 Mile Drive, un tramo privado de la carretera de unos 27 km, que se adentra en la península de Monterey y en el Monte Forest, un bosque con arándanos y cipreses nativos. Vale la pena el pago para recorrerla: es un camino boscoso que sube y baja, con extraordinarias vistas del océano y que además atraviesa Pebble Beach, uno de los barrios más caros del país, con mansiones y exclusivos clubes de golf donde se jugaron cinco Campeonatos U.S. Open.
Carmel-by-the-sea
A la salida de la 17 Mile Drive, siempre siguiendo la Highway One, ya estamos en esta preciosa y tranquila localidad que podría definirse como pueblo boutique: Carmel-by-the-sea, lugar del cual el pueblo de Clint Eastwood fue alcalde. Se jacta de no tener direcciones, apenas nombres de calles: hay un correo central que recibe las cartas de todos y luego son entregadas a sus dueños.
Tampoco hay parquímetros ni luces de neón.
Aquí puedes visitar la Reserva Estatal de Point Lobos, donde encontrarás más de 300 especies de plantas y 250 especies de aves y animales. Podrás hacer varias rutas de senderismo, y avistar fauna marina desde los miradores, incluso delfines y ballenas.
Big Sur
Seguimos por la ruta y nos adentramos en la parte más hermosa de la Highway One, el recorrido conocido como Big Sur. Una región poco habitada que se extiende desde el río Carmel hasta San Luis Obispo. Son 145 km de acantilados, océano y cielo, la geografía californiana que cautivó a escritores, músicos, actores y bohemios que expresaron su fascinación a los cuatro vientos.
En estos 145 kilómetros de costa recortada por la niebla y bosques de secuoyas gigantes destaca la MacWay Fall, una fotogénica cascada que cae desde acantilados de 21 a la playa en Julia Pfeiffer Burns State Park. Si compras la entrada para acceder a este parque en coche, podrás visitar el resto de parques naturales de la Highway One ese mismo día.
Castillo Hearst
Unos kilómetros más abajo, siguiendo por la Highway One, se encuentra el fascinante y curioso castillo Hearst. (Vale la pena desviarse un poquito para conocerlo).
Un castillo extemporáneo que se vislumbra a kilómetros de distancia, mezcla de arquitectura medieval, catedral española y templo romano, ocupa la cima de una colina de quinientos metros de altura. El palacio, que se extiende a lo largo de más de ocho mil kilómetros cuadrados, fue el resultado de los designios febriles de uno de los mayores magnates del siglo XX: William Randolph Hearst.
El descomunal Castillo Hearst, situado en San Simeon, en el estado de California, tardó casi treinta años en ser construido. Su obra comenzó a raíz del encargo que el excéntrico multimillonario le hiciera a Julia Morgan, la primera mujer en la historia en llegar a ser arquitecta de California.
El resultado de casi tres décadas de trabajo fue propio del ego desmesurado y la fortuna que lo impulsó: cuatro edificios (Casa Grande, Casa del Mar, Casa Del Monte y Casa Del Sol) que totalizan ciento sesenta y cinco habitaciones, cuarenta baños y extensiones gigantes de jardines y terrazas repletas de fuentes y esculturas; una inmensa piscina exterior semicircular, conocida como la Piscina de Neptuno, coronada con un templo romano auténtico que hizo traer de Europa, y otra pileta interior decorada con mosaicos bizantinos, mucho más pequeña pero de igual opulencia; un zoológico privado, de los más grandes del mundo, que llegó a contar con osos polares, jirafas y leones.
A este despliegue arquitectónico, al que hay que sumar canchas de tenis, una enorme biblioteca de estilo gótico, una sala de cine y un aeródromo, se le agregaba una colección privada invaluable, conformada por obras de arte de todo el mundo: estatuas egipcias, sarcófagos romanos y pinturas de famosos artistas como Jacopo Tintoretto y Adriaen Isenbrandt, por nombrar solo algunas de las incontables piezas traídas del Viejo Continente que decoraban las múltiples habitaciones del palacio.
Este lugar paradisíaco fue el punto de encuentro de las más importantes figuras de Hollywood y políticos de la época
El castillo fue donado en 1957 al estado de California y actualmente es considerado un edificio histórico nacional. Abierto al público a través de visitas guiadas, es una visita poco frecuente en el clásico recorrido por California y una oportunidad única para apreciar la fastuosidad delirante de esta fortaleza.
Morro Bay
Llegamos a Morro Bay, el lugar que te recomendamos para hacer parada nocturna por tiempos y distancias. Además, es un lugar muy hermoso por su famosa roca llamada Morro Rock, que es su icono y uno de los lugares más famosos de la Highway One.
Esta nueva etapa de Morro Bay a Los Ángeles te llevará a través de unos 325 km, recorriendo lugares como:
San Luis Obispo, una de las ciudades más importantes de toda la Pacific Coast Highway junto con Monterrey. Así como Morro Bay, también es otro de los lugares perfectos para hacer de noche en esta carretera a lo largo de la costa californiana.
La ciudad universitaria SLO (como abrevian el nombre los locales) parece también un buen lugar para vivir: está en la mitad exacta del camino costero que une San Francisco con Los Ángeles, tiene un clima mediterráneo con 315 días de sol, está rodeada de hermosos paisajes naturales y produce muy buen vino que puede degustar en encantadores barcitos.
Aquí encontraremos sos clásicos sitios, muy distintos entre sí: la preservada Misión San Luis Obispo de Tolosa y el Bubblegum Alley, un asqueroso callejón lleno de chicles pegados. La ciudad es también la base para visitar el Castillo Hearst y las bodegas de vino del valle de Edna.
Estamos llegando al final de Highway One, y como la etapa anterior fue dura, nos parece que la mejor forma de continuar este último tramo y descansar un poco, por lo que un buen plan es que disfrutes de las playas californianas que bien merecida tienen su fama.
Pismo Beach
Pismo Beach es una gran parada: una extensa playa de arena blanca y un precioso muelle al estilo “Baywatch”.
A tan sólo 140 kilómetros de Los Ángeles nos encontramos con Santa Bárbara, también conocida como la ‘Riviera Americana’. Con un microclima excepcional, nos sorprende con su estilo arquitectónico español y jardines y parques maravillosos.
A ambos costados de la animada avenida principal State, se ven muchas antiguas construcciones blancas con techos de tejas, incluyendo un presidio que ahora aloja restaurantes y tiendas.
Imposible no sumarse a la cata de vinos que propone esta ciudad en el barrio de moda: Funk Zone.
Cerca de Santa Bárbara nos encontramos la ciudad de Ventura, el lugar donde el 94% de sus 150 mil habitantes son locales. Además de lindas playas y vida tranquila, se enorgullece de ser el punto de partida para visitar el Parque Nacional Channel Islands, archipiélago de cinco islas conocido como las Galápagos norteamericana: hogar de 150 especies marinas, entre ellas ballenas azules y jorobadas, delfines, focas, lobos y elefantes marinos.
Y antes de llegar al último destino, debemos detenernos en Santa Mónica, lugar donde termina la Ruta 66, así que busca el cartel en el famoso muelle y hazte una foto allí.
Los Ángeles
El recorrido termina en la ciudad de Los Ángeles, donde te sentirás como una auténtica estrella de cine paseando por las calles de Beverly Hills, con parada obligatoria en las tiendas de Rodeo Drive.
Mucho podemos hablar de este gran destino: pero a grandes rasgos no olvides conducir por la mítica Mulholland Drive, hacer una parada en Sunset Boulevard, y visitar el centro histórico del Downtown.
Aquí termina la Highway One, aunque siempre puedes dar la vuelta y recorrerla de nuevo, seguro que encuentras otros tantos puntos interesantes que harán de tu travesía un viaje inolvidable.