Lo que parecía un control rutinario en el aeropuerto de Suvarnabhumi, en Bangkok, terminó en una escena digna de una película. Un ciudadano de Sri Lanka, identificado como Sheehan, fue arrestado cuando intentaba abordar un vuelo… con tres pitones bola escondidas en su ropa interior.
La historia comenzó un día antes, cuando las autoridades recibieron una alerta sobre un posible intento de contrabando de fauna protegida. El sospechoso llegó en taxi, hizo el check-in sin problemas y despachó su equipaje. El escaneo con rayos X no reveló nada extraño. Pero la inspección corporal posterior dejó al descubierto el insólito hallazgo: las serpientes estaban dentro de una bolsa de red, cuidadosamente acomodada entre su ropa interior.
Según Polavee Buchakiat, director del Centro de Inteligencia sobre Delitos contra la Vida Silvestre, el arrestado no era ningún improvisado: tenía un extenso historial de tráfico ilegal. En el pasado, había estado involucrado en el comercio clandestino de lobos, cacatúas negras, suricatas, iguanas, petauros del azúcar, puercoespines, salamandras, ranas y tortugas. Incluso había sido arrestado en 2024 en Colombo por delitos similares.
Las pitones incautadas —de la especie Python regius— están protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), por lo que su transporte sin permisos constituye una violación grave a las leyes internacionales de conservación.

El operativo fue resultado de un trabajo conjunto entre el Departamento de Parques Nacionales, la Policía Real de Tailandia y la Red de Control de Vida Silvestre (Thailand WEN), que venían siguiendo al sospechoso desde su llegada al país.
Ahora, las autoridades investigan si Sheehan formaba parte de una red internacional de tráfico de fauna silvestre. Lo que sí está claro es que su último intento de contrabando no solo falló, sino que se convirtió en noticia mundial… y en uno de los decomisos más insólitos del año.


