El Río Sena se ha convertido en el epicentro de una controversia que amenaza con empañar los Juegos Olímpicos de París 2024. La calidad del agua del río ha sido un tema de discusión constante, especialmente después de que World Aquatics, el organismo responsable de las competiciones de natación, cancelara una sesión de práctica para la maratón acuática, citando la insalubridad del agua.
La situación ha sido tan grave que los entrenamientos para el triatlón también se han visto afectados, con varias sesiones pospuestas debido a las malas condiciones del agua. A pesar de estos contratiempos, los organizadores han asegurado que las competiciones de maratón de natación, programadas para los días 8 y 9 de agosto, se llevarán a cabo según lo previsto, confiando en que el clima favorable mejorará la calidad del agua.
Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto. En caso de que el río no cumpla con los estándares necesarios, los organizadores han comenzado a considerar un plan B. Una de las alternativas en discusión es trasladar las competiciones al Estadio Náutico en Vaires-sur-Marne, ubicado a unos 35 km de París.
El tema ha generado preocupación entre los atletas, quienes han comenzado a cuestionar las condiciones en las que tendrán que competir. La selección de Bélgica decidió no participar en el triatlón mixto después de que una de sus atletas fuera hospitalizada por una infección causada por la bacteria E.coli. Otros competidores, como Jolien Vermeylen, quien participó en el triatlón femenino, describieron el agua del Sena como «extremadamente sucia», subrayando la gravedad del problema.
A medida que se acercan las fechas clave, la atención se centra en la capacidad de los organizadores para garantizar un entorno seguro para los atletas. La posibilidad de que el emblemático Río Sena, una vez símbolo de la belleza parisina, se convierta en una traba para los Juegos Olímpicos, es un recordatorio de la importancia de abordar los desafíos ambientales de manera oportuna y efectiva.