A simple vista, no cabe duda de que estamos ante algo grande: miles de arbustos, árboles, maizales y plantas forman figuras imposibles: una estrella, círculos concéntricos, corazones y un ciervo con sus astas.
Tal es la envergadura y espectacularidad de este complejo ubicado en Jinagsu (China) que, en 2018 se ganó el título del laberinto más grande del mundo. Y esto se debe a que tiene la friolera de 33.000 metros cuadrados de superficie que se extienden a través de 10 kilómetros de camino en el que se va sucediendo el arte floral.
Sin embargo, lo más espectacular se sucede cada año antes de la llegada de la primavera: sus extensos árboles y arbustos son trasladados a otras zonas estratégicas, cambiando así la forma del laberinto cada año. En palabras de sus dueños esto “permite a los viajeros disfrutar de una experiencia única cada vez que lo visitan”.
De hecho, no se trata de un laberinto sencillo. Son muchos los viajeros que cuentan en las redes sociales que se necesitan varias horas para intentar encontrar las salidas en una experiencia totalmente divertida pero también desafiante. De hecho, hay varias dificultades: desde tramos preparados para los más pequeños, a otros serpenteantes e intrincados para auténticos expertos de los laberintos.
El Yancheng Dafeng Dream Maze es mucho más que una obra de arte en cientos de serpenteantes caminos. Su forma y su construcción se ideó bajo una premisa: está diseñado en forma de un mapa de China, con senderos que siguen las fronteras de las provincias chinas.
Y, por supuesto, el final de este laberinto se encuentra en el centro del mismo haciendo alusión al corazón de China. Pero, por supuesto, llegar hasta aquí es el desafío más grande. Es por eso que, durante todo el recorrido, se pueden encontrar varios puntos de control para los que se cansen de seguir buscando el camino correcto.
Este mega parque no solo ofrece la experiencia laberíntica más impresionante del mundo, también cuenta con una serie de espacios perfectos para pasar el día en familia: un puente colgante, una torre de observación o, para los que se queden con ganas de más, un laberinto de espejos. Aunque una de las actividades preferidas de sus visitantes es, sin duda, la actividad de la búsqueda del tesoro.