Rusia atraviesa horas críticas en el extremo oriental de su territorio. En la península de Kamchatka, una región de intensa actividad geológica, el volcán Kracheninnikov entró en erupción tras permanecer dormido durante más de 450 años, pocos días después del terremoto de magnitud 8,8 que encendió alertas de tsunami en todo el océano Pacífico.
Con más de 1.800 metros de altura, el Kracheninnikov lanzó una columna de cenizas de casi 6.000 metros, según informó el Ministerio de Situaciones de Emergencia ruso. La nube se desplazó hacia el Pacífico, aunque las autoridades confirmaron que no hay poblaciones ni turistas en su trayectoria inmediata.
La zona se mantiene bajo vigilancia constante, ya que los científicos advierten que nuevas erupciones podrían producirse en las próximas horas o días. En Kamchatka, donde convergen las placas del Pacífico y de América del Norte, pequeños cambios en la actividad geológica pueden desencadenar fenómenos naturales extremos.
El Instituto Smithsoniano recordó que la última erupción del Kracheninnikov se había registrado en 1550. Lo sorprendente es que esta reactivación llega apenas días después de que el Kliuchevskoi, el volcán más alto de Eurasia, también expulsara lava y cenizas, sumando preocupación en la comunidad científica internacional.
El reciente terremoto, uno de los más potentes de las últimas décadas, afectó gravemente a la ciudad portuaria de Severo-Kurilsk, donde el tsunami destruyó infraestructura costera y una planta pesquera. Aunque se reportaron grandes pérdidas materiales, todavía no hay un balance oficial de víctimas.
La magnitud del fenómeno llevó a compararlo con el terremoto de 2011 en Japón, de magnitud 9,1, que dejó más de 15.000 muertos y desencadenó el desastre nuclear de Fukushima.
Kamchatka, con sus 30 volcanes activos, glaciares, géiseres y paisajes salvajes, es considerada una de las zonas sísmicas más peligrosas del planeta. Hoy, vuelve a estar en el centro de la atención mundial.
