En el paseo marítimo de Moaña, Pontevedra, reposa desde 2010 una conmovedora estatua: un perro sin raza con un gato entre sus patas. Este monumento, costeado sin gastos gracias a la donación de piedra por una cantera local y la labor artística gratuita de Carmen Grandal, «Kika», es el primer monumento de Europa dedicado a los animales abandonados y el segundo en el mundo, siguiendo a la ciudad rusa de Kemerovo en Asia. Su propósito principal es generar conciencia sobre el abandono animal.
El espíritu detrás de esta iniciativa fue Lela Soage, fundadora de la Protectora de Animales de O Morrazo. Su legado solidario y dedicación hacia los animales marcó una impronta imborrable entre quienes la conocieron. La Asociación de Animación Sociocultural y Turística Illa dos Ratos, en homenaje a su legado, se dedica a narrar su historia y organizar rutas en las que se incluye esta emblemática estatua.
La dedicación de Soage se remonta a 1980, cuando comenzó acogiendo perros en su hogar hasta que, debido a la creciente demanda, gestionó con el ayuntamiento de Moaña la cesión de una antigua granja en Broullón para establecer la protectora de O Morrazo. A pesar de sus limitados recursos, su incansable dedicación llevó el proyecto adelante.
A pesar de las dificultades, la protectora alberga actualmente alrededor de 150 perros. Tras el lamentable fallecimiento de Soage en agosto de 2019, tres mujeres —Laura, Clara y Lorena— continúan su legado, asumiendo tanto el funcionamiento diario como los costos asociados a la atención veterinaria, alimentación y mantenimiento del lugar.
La estatua es un recordatorio conmovedor de la dedicación incansable de Soage y una llamada a la responsabilidad en el cuidado de las mascotas. Su legado perdura gracias al compromiso de quienes continúan su obra en favor de los animales sin hogar.