Una experiencia única: el Maratón de Pyongyang como ventana a Corea del Norte
Participar en el maratón anual de Pyongyang puede parecer, a simple vista, una exótica aventura deportiva. Sin embargo, para algunos visitantes, representa una oportunidad poco común para vislumbrar la realidad de uno de los países más herméticos del planeta: Corea del Norte. Así lo cuenta Jessica, una mujer británica que se inscribió en la maratón de Pyongyang de 2025, y regresó completamente impactada por lo que vio (y lo que no pudo ver) durante su estancia.
La ilusión de correr libremente en la capital norcoreana
Cada año, Corea del Norte permite la entrada de un número limitado de turistas extranjeros a Pyongyang para participar en este evento deportivo. Jessica, quien viajó junto a un grupo reducido de corredores internacionales, describe cómo al principio fue seducida por la idea de poder correr en las calles de una ciudad que muchos nunca tendrán la oportunidad de pisar.
La maratón, que se celebra en el monumental Estadio del Primero de Mayo —con capacidad para 114.000 espectadores— parece una oportunidad irrepetible. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la experiencia era todo menos espontánea.
Una capital artificialmente perfecta 🏙️
«La ciudad estaba impecable, como si hubiera sido acondicionada solo para nosotros», menciona Jessica. Las calles por las que corrieron estaban repletas de ciudadanos perfectamente organizados, muchos de ellos aplaudiendo de manera sincronizada y vistiendo ropas tradicionales. Una puesta en escena que se sentía más como un teatro que como una muestra genuina de vida urbana.
Jessica notó que ningún corredor podía desviarse del camino marcado. La ruta estaba estrictamente vigilada y cada movimiento era observado por funcionarios del gobierno norcoreano. Incluso fuera de la carrera, los turistas solo podían visitar los lugares autorizados por los guías del Estado, quienes no permitían tomar fotografías de nada que no estuviera aprobado.
La censura y el control absoluto sobre los visitantes
Si bien Corea del Norte es conocida por su control sobre la información y el turismo, la experiencia de Jessica subraya hasta qué punto los visitantes son dirigidos a vivir una realidad cuidadosamente editada.
Estas fueron algunas de las limitaciones más sorprendentes de su viaje:
- Sin libertad de movimiento: todos los recorridos turísticos estaban predefinidos y dirigidos por guías norcoreanos.
- Prohibido interactuar con locales: cualquier intento de hablar con personas fuera del grupo o guía era desalentado o directamente impedido.
- Fotografías restringidas: estaba prohibido fotografiar zonas urbanas deterioradas, militares o incluso personas sin su consentimiento.
Jessica también expresó que, pese a correr en una maratón “pública”, la mayoría de los espectadores parecían haber sido instruidos para animar solo en los momentos clave, lo que le hizo preguntarse cuánto de lo que veía era real y cuánto era un espectáculo preparado para los extranjeros.
¿Una estrategia turística o propaganda estatal?
A través de eventos como este maratón, el régimen norcoreano busca mostrar una imagen positiva y pacífica de su país ante la comunidad internacional. Sin embargo, organizaciones defensoras de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW) denuncian constantemente la represión sistemática, campos de trabajo forzado y la falta total de libertades civiles en Corea del Norte.
El régimen de Kim Jong-un parece usar este tipo de eventos como una herramienta más de su complejo aparato propagandístico. Jessica intuyó que, más que mostrar el país tal y como es, el maratón integra un gran esfuerzo por proyectar una Corea del Norte idealizada.
¿Es ético viajar a Corea del Norte como turista?
La experiencia de Jessica ha reavivado el debate sobre si es moralmente responsable visitar Corea del Norte como turista. Aunque el viaje puede ofrecer una experiencia exótica y única, también implica contribuir —al menos económicamente— a un régimen acusado de violaciones sistemáticas de derechos humanos.
La Oficina de Viajes del Gobierno Británico (UK Foreign Office) desaconseja actualmente viajar al país, indicando que los extranjeros corren el riesgo de arrestos arbitrarios si infringen las estrictas leyes norcoreanas, intencionalmente o no.
Una experiencia que deja más preguntas que respuestas
Al volver de su viaje, Jessica confesó que, aunque se sentía afortunada por haber vivido una experiencia diferente, el viaje la dejó con una sensación de inquietud. «Todo estaba planeado para que creyéramos que el país es feliz, próspero y en armonía. Pero lo que sucedía fuera del alcance de nuestras cámaras y ojos probablemente era muy diferente.»
Su testimonio se suma al de otros viajeros que han narrado realidades similares sobre su paso por Corea del Norte, ayudando a desenmascarar la cortina de control que sigue envolviendo al país en pleno 2025.
Conclusión
La historia de Jessica no solo revela las extrañas y controladas condiciones en las que se celebra el Maratón de Pyongyang, sino también la manera en que Corea del Norte continúa utilizando el turismo como una herramienta de maquillaje ante el mundo. Aunque participar de una carrera en una nación tan cerrada puede parecer atractivo, es crucial reflexionar sobre el contexto en el que esa experiencia se desarrolla.
Para quienes estén considerando viajar al país, es importante informarse y entender las implicancias éticas y personales de tal decisión. Como bien resume Jessica: «No fui testigo de la verdadera Corea del Norte, sino de un escenario cuidadosamente montado para que creyéramos que todo está bien. Y eso dice más de lo que vi que de lo que no pude ver.” 🌍
Para más información sobre Corea del Norte, puedes consultar fuentes como Amnistía Internacional o el Consejo de Seguridad de la ONU.
