El último rinoceronte blanco del Norte que quedaba en el mundo fue sacrificado en Kenia después de que se agravó la enfermedad que sufría desde hace varias semanas.
El rinoceronte, llamado Sudan, tenía 45 años y sufría desde hacía tiempo complicaciones de salud. Cuando su estado se agravó, el equipo veterinario tomó la decisión de practicarle una eutanasia.
«Su enfermedad empeoró significativamente en las últimas 24 horas; era incapaz de ponerse de pie y lo estaba pasando muy mal»
En los años 70, Sudan consiguió sobrevivir a la extinción de su especie y fue trasladado al zoológico Dvur Králové, en la República Checa. Al final de su vida consiguió volver a África, a la reserva natural situada en Laikipia, en el centro-oeste de Kenia.
Durante los últimos años, la caza de estos animales contribuyó a la extinción de la especie, ya que sus cuernos se venden a precios muy altos en el mercado asiático. Sus supuestas propiedades curativas y afrodisíacas lo convierten en un producto muy codiciado.
Si bien la muerte de Sudan debería garantizar la extinción de esta subespecie, los científicos intentarán desarrollar técnicas de fertilización in vitro para preservar a este tipo de rinoceronte. Aparte de él, hay otras dos hembras vivas, ambas hijas de Sudan, también en Ol Pejeta.
