Una ciudad nepalí encontró una forma inesperada de luchar contra la contaminación: convertir basura plástica en carreteras.

En Pokhara, las autoridades comenzaron a pavimentar calles con plásticos desechados, como envoltorios de fideos y galletas, gracias a una iniciativa de la empresa Green Road Waste Management. ¿La idea? Aprovechar los residuos que nadie quiere reciclar para reducir costos, evitar filtraciones de agua y alargar la vida útil de las calles.
Según el Banco Mundial, las ciudades de Nepal generan unas 5.000 toneladas diarias de basura, y un 13% es plástico. Como muchos de estos residuos no tienen valor en el mercado del reciclaje, se vuelven un gran problema ambiental.

“Vimos la posibilidad de utilizar esos plásticos como materia prima, sustituyendo parcialmente el asfalto”, explicó Bimal Bastola, fundador del proyecto. La fórmula es simple: el plástico triturado se mezcla con asfalto o concreto, y se usa directamente en la construcción de caminos.
El impacto es notable: con solo dos toneladas de plástico se puede construir un kilómetro de carretera, y el material se vuelve más resistente y económico. Aunque algunos expertos advierten sobre el riesgo de liberación de microplásticos, países como India ya vienen aplicando esta técnica desde hace más de 20 años.