Europa atraviesa una ola de calor sofocante que ha desatado incendios forestales en varios países, dejado una víctima fatal en España y obligado a evacuar a miles de personas. En algunas regiones, los termómetros han alcanzado los 44 °C, convirtiendo ciudades y zonas rurales en auténticos hornos.
En Madrid, un hombre murió en un establo de caballos durante un incendio en las afueras de la ciudad. En Tarifa, las llamas avanzaron sobre colinas cercanas a lujosas villas, forzando la evacuación de más de 2.000 personas. Helicópteros cargados con agua de mar combatieron el fuego, que se propagó entre eucaliptos y pinos.
La situación también es crítica en otras regiones de España, donde se han registrado más de 30 incendios en Castilla y León, con 1.200 bomberos desplegados y miles de evacuados.
En Portugal, tres grandes focos en el norte han puesto en jaque a más de 1.300 bomberos y 14 aviones, con ayuda aérea enviada por Marruecos. El alcalde de Vila Real advirtió que la población vive “en pánico” tras diez días de lucha contra las llamas.
Grecia y Turquía tampoco escapan a la emergencia: aldeas, hoteles y áreas turísticas como Zante y Cefalonia han sido evacuadas, mientras incendios en Canakkale obligaron al cierre del aeropuerto y del estrecho de los Dardanelos.
La alerta se extiende a Italia, Francia, Alemania, Albania y Montenegro. En Roma, la audiencia papal de esta semana se trasladará a un espacio cerrado con aire acondicionado para proteger a los fieles. Las autoridades sanitarias advierten que el calor extremo representa un riesgo grave, especialmente para personas mayores y enfermos crónicos, y recomiendan hidratarse constantemente, evitar la exposición solar en horas pico y moderar el uso de aire acondicionado y ventiladores.
Mientras Europa intenta resistir, meteorólogos prevén que la ola de calor ceda en los próximos días, aunque con temperaturas que seguirán superando los 30 °C en gran parte del continente.
