Hablar de Oporto, ciudad situada en Portugal, es hablar de contrastes, por un lado sus edificios decadentes, sus característicos mosaicos azules, sus bellos jardines, el Duero, ropa tendida en los balcones, gatos correteando por los callejones. Por otro lado la arquitectura contemporánea y vanguardista de algunos de sus edificios.
Mi estancia fue de 4 días, pero Oporto es una ciudad pequeña, acogedora y fácil de visitar en un fin de semana gracias al metro y al tranvía que recorren la ciudad. La Ribeira, fue uno de mis lugares favoritos cuando visité la ciudad. Se trata de la zona con más vida de Oporto, se encuentra frente al río y es una zona perfecta para pasear, descansar y probar la gastronomía portuguesa en los numerosos bares y terrazas que ocupan el lugar (lo más típico de Oporto es la Francesinha). Destacan las fachadas coloridas de las casas que hay junto al río.
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El protagonista de Oporto es, sin dudas, su río el Duero. Yo opté por realizar una
ruta en barco y ver así la ciudad desde un punto de vista distinto. Atraviesas los
seis puentes de la ciudad a la vez que disfrutas de unas inmejorables vistas de
Oporto y Vila Nova de Gaia a bordo de un rabelo (barco tradicional del lugar).
Uno de los emblemas de la ciudad es el puente Luis, es un puente del siglo XIX que une la ciudad de Oporto con la de Vilanova de Gaia. Tiene dos niveles y por el más alto, de más de 60 metros de altura, pasa el tranvía mientras que el nivel inferior está orientado al paso de vehículos. Puedes cruzar andando y ofrece unas vistas muy interesantes desde lo alto. A la parte alta se puede subir usando el funicular, un medio de transporte muy curioso que te ahorra subir escaleras.
Otra de las cosas de las que puede presumir esta ciudad es de jardines. Muy cerca del centro se sitúan los Jardines del Palacio de cristal. Cuando entré en este lugar es como si me hubiera transportado a otro sitio, se trata de una amplia zona verde que rodea a dicho palacio y que cuenta con aves como pavos reales y numerosas especies vegetales, fuentes, esculturas, lagos, rincones muy románticos y unas preciosas perspectivas del Río Duero.
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Más alejado se encuentra el Parque da Cidade, un enorme pulmón verde en contraposición al bullicio del casco antiguo de Oporto. Lugar perfecto para relajarse en sus zonas boscosas, hacer picnic, acostarse en el césped, ir con niños y disfrutar de la vista de sus estanques con patos, gansos y cisnes.
En cuanto a edificios de interés destacaría la torre de los clérigos, a la cuál subí y ofrece unas vistas panorámicas muy bellas de Oporto, la Catedral, el Ayuntamiento, el Mercado de Bolhao, o la Estación de Sao Bento.
Algo muy característico y recurrente en la ciudad es el uso de los azulejos en las fachadas, como si de un puzzle se tratase están dispuestos de forma que te cuentan una historia con gran poder visual. Si hablamos de sitios con encanto no me olvidaría de la Librería Lello (en la que es muy difícil hacer fotografías, solo a determinadas horas) o el café Majestic.
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Pero sin duda uno de los edificios más importantes de Oporto y de Portugal que rompe con la arquitectura tradicional del lugar es La casa de la música. Este edificio contemporáneo es una sala de conciertos obra de Rem Koolhaas que se encuentra situado en el barrio de Boavista y destaca tanto por su exterior como por el interior que puedes visitar en una de las múltiples visitas guiadas que realizan.
A nivel personal recomiendo visitar Oporto por todo lo que ofrece y porque se trata de un lugar bastante asequible económicamente, tiene una amplia oferta de alojamiento y es fácil comer bien y barato. Mi visita fue en verano, el clima era bastante agradable y una cosa que también destacaría es su gente, muy amable y familiarizada con el turismo.
