Otra vez: Activistas de «Just Stop Oil» se ‘pegaron’ a la pintura “La joven de la perla” de Vermeer

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Redactora
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Una de las obras maestras del pintor neerlandés Johannes Vermeer, realizada entre 1665 y 1667, fue blanco de la organización ecologista Just Stop Oil. Dos hombres se acercan a la pintura, más de lo permitido, uno de ellos apoya su cabeza y comienza a dibujar con pegamento el borde de la misma. Acto seguido, la otra persona le arroja puré de tomate a su compañero quien pega la cabeza al vidrio del cuaro. Sus remeras lo dicen, son los mismos que en ocasiones pasadas le dieron un «tortazo» a la figura de cera del rey Carlos III y también tiraron sopa de tomate a una obra de Van Gogh.

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“¿Cómo te sientes al ver algo tan bonito y valioso, siendo aparentemente destrozado ante tus ojos? Nos sentimos indignados. Este cuadro está protegido por un cristal. Está bien, pero la gente vulnerable alrededor del planeta no está protegida. El futuro de nuestros hijos no está protegido. Las personas en extrema pobreza tienen que elegir entre calentarse o comer, y no están protegidos”, declaró uno de los activistas de Just Stop Oil, con la mano pegada al lado del cuadro.

El hecho ocurrió en el Museo Mauritshuis de La Haya, donde se encuentra esta obra también conocida como «Muchacha con turbante». Según la agencia de noticias Reuters, la policía holandesa arrestó a tres personas en dicho museo y no se brindaron más detalles que un tweet en donde la policía de La Haya expresó que se detuvieron a tres personas por «violencia pública contra bienes».

Según trascendió, la obra no sufrió daños gracias al cristal que la protegía.

En su página web, los activistas explican por qué el objetivo de sus blancos son obras de arte:

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Activistas de Just Stop Oil realizando un corte del tráfico en pleno Londes.

«Sí, el arte es precioso. Compartimos ese amor profundamente. Lo que queremos hacer es salvar un futuro donde la creatividad humana todavía sea posible. Estamos terriblemente cerca de perder eso, así que tenemos que romper las reglas. Y eso significa presionar los botones culturales para provocar, desafiar y conmocionar. No hay otra manera.

Esta acción hace que la gente confronte lo que es una respuesta justificada a las amenazas que ahora enfrentamos, lo que es sagrado y lo que debemos hacer para protegerlo. Permite una conversación: está indignado por esto, ¿dónde está su indignación de que 33 millones de personas en Pakistán pierdan sus medios de subsistencia, 1000 millones de cangrejos hayan desaparecido de nuestros océanos, el servicio de bomberos llevado al límite debido al calor de 40C? ¿Qué debemos proteger, las condiciones que permiten a la humanidad hacer arte, ser creativa, o las obras maestras que no tendrán a nadie que las contemple?».

También Just Stop Oil se refirió al impacto en el público de sus ataques a las obras de arte: «En realidad, atacar lo que realmente le importa a la gente los empuja a hacer preguntas difíciles. Por ejemplo: ¿realmente me importa más una obra de arte que los sistemas planetarios básicos de apoyo que hacen posible el arte en primer lugar? ¿Tiene eso algún sentido? Hay una hambruna apocalíptica impulsada por el clima en Somalia, que no me ha empujado a decir nada. Pero ahora estoy descargando mi ira por una obra de arte en una galería. ¿Algo de esto suma? ¿Qué es lo que realmente valoro aquí?».

Activista de Just Stop Oil se pega a la pintura.

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