La pandemia lo empujó a cumplir el sueño de recorrer Argentina a caballo: una historia a rienda suelta en pleno confinamiento

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Con punto de partida desde el Paraje El Chumbeado, en el partido de General Alvear, provincia de Buenos Aires, Marcos Villamil empezó a hacer realidad un objetivo fijo que él mismo describe como el sueño de su vida: recorrer Argentina a caballo. Para eso, una primera instancia lo llevó hasta Ushuaia junto a tres caballos: lleva uno montado, un segundo caballo carga con sus pertenencias y el tercero va suelto, de forma tal que puedan ir turnándose parar descansar. Conoce su historia.

Con algo de planificación en mente y otro poco abierto a la posibilidad de que todo vaya sucediendo de la forma en la que tenga que suceder, supone que en diciembre habrá terminado este viaje. Para ese efecto, habrán sido unos 15 meses a lomo de caballo: la continuidad del plan indica el traslado de los caballos en flete hasta Santa Rosa, provincia de La Pampa, para volver a tomar el recorrido y subir cabalgando por Córdoba, Tucumán, Catamarca, Salta, Jujuy y Chaco. Finalmente, la travesía se coronaría bajando por el Litoral argentino hasta regresar a su punto cero en General Alvear.

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La pandemia lo empujó a cumplir el sueño de recorrer Argentina a caballo: una historia a rienda suelta en pleno confinamiento

«Saber encontrarse con lo que a uno le gusta, lo que no le gusta, descubrir el por qué hace las cosas que hace. Eso me llevó un poco a donde estoy hoy, que es estar pudiendo realizar mi sueño» enuncia al respecto este ingeniero agrónomo de 28 años que encontró y priorizó en el 2020 la oportunidad por sobre la crisis y muestra en detalle la travesía a través de la cuenta de Instagram @abrazarte.argentina.

En diálogo con Intriper, Marcos reflexiona sobre la importancia de centrarse en el momento presente, la fraternidad construida con sus caballos y las repercusiones acerca de retomar los valores y tradiciones gauchescas.

Tomar las riendas de una decisión

– Saliste de General Alvear el 7 de septiembre, y más allá de que un viaje de este tipo se condiciona mucho en el día a día, imagino que existió una planificación no sólo sobre rutas o caminos, sino también de pensar cómo satisfacer necesidades básicas, alternativas de descanso, dónde parar… ¿Cómo fue todo ese proceso previo? ¿En qué aspectos pusiste el foco como para empezar a ordenar lo que sería el viaje?

En cuanto a todo lo que es la organización del viaje yo siempre digo y pienso que es más que nada un ejercicio mental. Uno está preparado para todas las circunstancias que van a suceder, es más que nada una preparación espiritual. Hace unos casi 10 años que empecé a meditar, tengo hábitos que me he generado en espacios para mí mismo, para conocerme, para tener profundidad y saber de qué se trata lo que a uno le gusta, lo que no le gusta, por qué hace las cosas. Eso me llevó un poco a donde estoy hoy, que es estar pudiendo realizar mi sueño.

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Después, en cuanto a la ruta, se hace foco buscando el pasto y el agua. Si miran el mapa marcado, se priorizan caminos alternativos: en vez de pasar por la Ruta del Desierto pasa por el Valle de Río Negro, busca toda la Cordillera de los Andes en lugar de recorrer la Ruta Nacional 40. Lo que uno necesita es poco, eso ya lo había aprendido en las cabalgatas previas y que es una de las grandes enseñanzas que tiene el viaje: andar con pocas cosas, no hace falta andar tan cargado, no hace falta ir con todo a todos lados.

También hay una cuestión que tiene que ver con las estaciones. Este es un viaje de estaciones entonces uno tiene que fijarse bien. Yo salí en septiembre, inicio de primavera, y tenía que hacer centro-sur en primavera/verano y tener que llegar a Ushuaia en marzo porque si no ya se iba a hacer muy duro con el frío. Ahora tengo que hacer otoño/invierno en centro-norte y primavera en el Litoral argentino.

En diálogo con otros medios nacionales describís esta experiencia como «el sueño de mi vida desde hace ya varios años»… ¿qué ‘excusas’ te llevaron a demorar este viaje, siendo que quizás venías madurando la idea desde hace ya tiempo? 

Es tomar las riendas de la vida, si no la vida se nos va yendo y nunca nos sentimos realmente dueños de lo que estamos haciendo. ¿Cuánta gente hay que se despierta todos los días y hace un montón de cosas pero no se siente realmente que las hace por elección propia?

Esto es el sueño de mi vida y llegó un momento en el que tenía que ser. Ya lo venía pateando mucho, por ascensos u ofertas laborales no lo venía haciendo, y ya hace como seis años lo tenía en mente, después de haber realizado una cabalgata de 1.000 kilómetros. Tenía fijo el sueño de recorrer Argentina a caballo, es algo muy lindo, una forma muy linda de conocer porque te vas encontrando con gente, disfrutando cada kilómetro. Amo mi país, la gente que voy encontrando. Y en cuanto a lo que a uno lo frena, es más que nada encontrar el espacio y el momento. Soy un privilegiado de haber podido encontrar lo que realmente deseaba y ahora estar pudiendo traerlo a la realidad.

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Al hacerlo en un contexto tan particular como el que estamos atravesando debido a la pandemia, experimentaste 100% la desconexión con un entorno que prácticamente se prendía fuego, paranoia, sobreinformación, negatividad y pasaste a vincularte con un entorno de naturaleza. ¿Qué pasó ante ese cambio? ¿Qué de todo lo que te acompañaba en Buenos Aires sentís que se queda con vos y qué pudiste dejar atrás? ¿Tuviste sensaciones a nivel físico y psíquico que te hicieron confirmar que estabas haciendo lo “correcto” por decirlo de algún modo? 

Yo laburaba en Microcentro, vivía en Capital Federal. Había tomado la decisión de hacer el viaje, renuncié en febrero (2020), ya en marzo estaba acomodando todo y arrancó la pandemia por lo cual yo me quedé viviendo en el campo hasta el mes de septiembre. En ese sentido se dio de forma natural, yo ya había empezado de alguna forma a desconectarme de la paranoia. Igual, yo siempre digo que uno puede conocer su eje y estar en un lugar que la gente está como loca pero uno estar tranquilo.

Obviamente los primeros 10 días fueron los que más me costaron. La verdad es que es un viaje muy grande, son 15 meses andando a caballo, 9.000 kilómetros… Inevitablemente, uno piensa ‘cómo voy a hacer en Santa Cruz’, cuando todavía estás en Buenos Aires. Siendo consciente de que es el sueño de mi vida y que es lo que realmente deseo, me tranquilicé y dejé pasar esos miedos, entendiendo que el miedo es, al fin y al cabo, una creación de la mente. Es lo que uno cree que puede llegar a pasar si uno hace algo que todavía no hizo. Es decir, pensar por ejemplo cómo va a ser si hago esto cuando esté en Santa Cruz, y todavía no estoy en Santa Cruz, no gastar energía en vano. Ese también fue uno de los principales aprendizajes de esa primer parte del viaje. Cuando lo entendí, el viaje dio un giro increíble, empecé a conectar más con la gente.

Si uno está haciendo un viaje de A a W, el viaje va a arrancar de A a B, de B a C, y cuando estás yendo de A a B tenés que estar pensando en eso, no quemándote la cabeza en lo que viene adelante.

– Y yendo a lo específico sobre limitaciones por la pandemia, ¿en qué cosas creés que esta circunstancia te limita pero a la vez te ayudó o te fue de “suerte”? ¿Tuviste que contemplar algunos cuidados específicos? Pienso, por ejemplo, en las dificultades para cruzar de provincia a provincia, si te han pedido tests, cómo es asentarte en un lugar viniendo de afuera con todo lo que eso implica… ¿Existió/existe el miedo a contagiarte?

No, miedo a contagiarme no. Y después, siendo más consciente te convertís en alguien que se vuelve muy eficiente en el uso de la energía y no gastás energía con lo que puede llegar a ser. Todo lo que está sucediendo a nivel contexto me sirvió en cierto sentido porque muchas rutas que tuve que pasar y que por lo general están cargadas de tránsito, con la pandemia estaban menos cargadas. Sí me limitó en el intercambio a veces: en algunas estancias muy grandes me decían y marcaban ‘Quedate acá’, no intercambies con la gente por todo esto que está pasando… Pero en términos generales no me limitó el viaje.

– Viajás solo y en parte no, porque te acompañan tres caballos. Cualquier persona que haya hecho un viaje por la Ruta 40 en motorhome de seguro tiene experiencias de haber sufrido complicaciones con su vehículo. En tu caso, ¿qué tipo de obstáculos significa viajar con caballos y cómo lo vas sorteando? Comentaste que armaste una especie de logística para que entre ellos puedan tener sus días de descanso, pero ¿qué pasa con esa conexión humano-animal que pasa a convertirse casi en una relación de pares?

Esto para el que no conoce por ahí no lo puede imaginar, pero para que se den una idea yo estoy desde que nacieron Wayra y Tordo, y desde que nacieron los tuve en mi falda. Los domé y los crié yo. Morita está en el campo hace 11 años, también para mí es como una hija. El vínculo ya es total, los quiero, los cuido, me cuidan, me quieren. Estamos todo el tiempo mirándonos, obviamente que el viaje y tanto tiempo juntos fortalece más todavía. El cuidado con los caballos es constante, siempre son ellos primero si ellos son los protagonistas de todo esto y uno es un actor secundario.

En cuanto a las complicaciones, puede llegar a tener alguno un problema en un paso, o que se canse demasiado y ahí lo vas manejando vos, asegurarse de que puedan descansar y tener los medicamentos correctos para darles.

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– En Argentina está muy fuerte el discurso de que “Nuestra patria se hizo a caballo”. Obviando las diferencias entre contextos, situaciones y necesidades, ¿en qué momentos creés que estás haciendo patria a partir de este viaje? ¿En qué momentos creés que la gente hace patria con vos?

La patria se hizo a caballo porque todas las expediciones fueron a lomo de caballo. San Martín iba de Buenos Aires a Mendoza, de Mendoza libertó a Chile, de Chile libertó a Perú, todo a caballo. El caballo siempre está muy presente, y yo lo noto porque el caballo es la mejor carta de presentación que uno puede tener. Me abren puertas y me tratan muy bien principalmente porque vengo de a caballo. A la gente le fascina que sigan vivas las tradiciones, que vean los caballos tan bien cuidados. Ahí también te das cuenta de la impronta que tiene el turismo en nuestro país por como la gente se emociona cuando sabe de esta experiencia.

Yo no creo que haga Patria con esto, si no que lo que hago es conocer bien desde adentro el país, la gente. Y a partir de eso ver si podemos aportar un grano de arena a nuestra Patria. Dejar de consumir y que te cuenten por la tele lo que pasa en el país, y largarse uno a conocerlo de esta forma es el objetivo y lo más lindo. Se te pone la piel de gallina y se me ha plantado más de un lagrimón solo y en el medio de la Cordillera rememorando a nuestros ancestros y también siendo muy conscientes de dónde venimos y viviendo en carne propia las condiciones tan rústicas.

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– ¿Cómo surge la idea de contar y escribir acerca de todo lo que iba a ser tu día a día en @abrazarte.argentina? ¿Qué tipo de interacción recibís en base a eso?

Lo hago porque soy un profundo enamorado de mi país, de la Argentina, me fascina, me enamora cada centímetro de nuestra tierra: la gente, los lugares, la hospitalidad de personas que te muestran lo suyo, te comparten. Decidí hacer una cuenta de Instagram para comunicar el viaje a través de @abrazarte.argentina porque veía las noticias y eran todas cosas malas. Muerte acá, inseguridad allá. Todo malo, todo se hace hincapié en lo malo y nadie hablaba de la Argentina de caminos de tierra, el argentino hospitalario, solidario. Y dije voy a estar haciendo este viaje que es el sueño de mi vida pero además lo voy a compartir para que la gente pueda ver esta Argentina de caminos de tierra, de mirada tranquila y de familias que reciben, para que la gente pueda hacer foco en lo positivo. La reacción y la interacción con la gente es alucinante, desde mensajes que emocionan hasta las lágrimas. Hay gente que lo ve con su familia, que se juntan los hijos, los nietos y los abuelos a ver las historias, los recorridos; gente que te dice que valora mucho más el país tremendo que tenemos. Hay cantidad de respuestas y siempre todo muy positivo.

Quizás hacer esta última pregunta es ir un poco en contra de la filosofía del ‘todo a su momento’, pero ¿se te cruzaron pensamientos, ideas o tipo momentos de iluminación sobre qué harías al volver a General Alvear? 

Sí, la verdad es que sí pero trato de no pensarlo tanto. Tengo dos emprendimientos, uno vinculado a la educación (https://instagram.com/jornaderosagro) y uno vinculado a la gastronomía con Fuegos y Fierros. Con eso me voy a reinsertar cuando vuelva. Después seguramente haga algo vinculado a los caballos, hacer alguna movida a nivel país de involucrarse un poquito más… Pero hoy en día quiero disfrutar de la gente, de los rincones, de los olores, de los pajaritos, de cada tranco, de cada kilómetro. Estamos para eso, para poder aprender a disfrutar, a estar tranquilos, que la vida no se repite. Prefiero ser consciente de cada paso que doy y no encontrarme de repente mil kilómetros adelante y no saber qué es lo que hice en ese trayecto. Después de todo eso, veremos qué pasa.

Para seguir de cerca cada uno de los momentos que convierten la experiencia de Marcos en una travesía digna de replicar, puedes encontrar sus mejores fotos y videos en @abrazarte.argentina

  

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