El anhelo de viajar y explorar el mundo está arraigado en nuestra naturaleza ancestral, según confirman las investigaciones más recientes. Desde tiempos inmemoriales, los humanos han sido nómadas, moviéndose en pequeñas comunidades en busca de nuevos horizontes y oportunidades. Al igual que el enamoramiento, la necesidad de viajar no solo es un mero deseo, sino una parte intrínseca de nuestra existencia.
Sin embargo, la pandemia global ha restringido esta libertad, dejando a muchos con un sentimiento de anhelo y tristeza por no poder satisfacer esta necesidad fundamental. Contrario a la creencia popular, este anhelo no es un simple «problema del primer mundo», sino una manifestación de nuestra herencia genética que reclama la movilidad y la exploración como una parte vital de nuestra identidad.
Los estudios respaldan la idea de que mudarse o visitar lugares nuevos puede tener un impacto emocional similar al de un romance apasionado. Incluso las revistas científicas de renombre han señalado que la movilidad humana está arraigada en nuestros genes y es esencial para nuestro bienestar emocional y físico. La cancelación de viajes ha llevado a algunas personas a experimentar malestar físico y emocional, subrayando la importancia crucial de esta necesidad innata.
A pesar de los problemas asociados con la industria del turismo, la esencia misma de viajar sigue siendo esencial para el ser humano. Esta herencia genética también se manifiesta en una sensación de nostalgia por lugares que solo hemos experimentado a través de imágenes o relatos de otros, conocida en alemán como «Fernweh». Esta sensación actúa como un recordatorio de que la vida sedentaria no satisface por completo nuestra necesidad innata de explorar y descubrir.
Aunque la adaptabilidad humana nos permite ajustarnos al sedentarismo, no implica que debamos renunciar a la maravillosa experiencia de viajar. Al contrario, nos recuerda que, para nuestro bienestar completo, debemos buscar oportunidades para satisfacer nuestra necesidad de movimiento y descubrimiento. En resumen, viajar no es simplemente un lujo, sino una necesidad que impulsa la esencia misma de lo que significa ser humano.