El 1 de enero de este año, Tahlequah, una orca conocida por los investigadores como J35, fue avistada cargando el cuerpo sin vida de su cría, nacida en diciembre. Este conmovedor comportamiento no es nuevo para Tahlequah: en 2018, la misma orca se hizo mundialmente conocida al transportar el cadáver de otra cría durante 17 días y más de 1.600 kilómetros, un acto que despertó un debate global sobre el duelo en los animales.
¿Qué revela este comportamiento?
Los científicos han documentado que las orcas, al igual que otros cetáceos, exhiben conductas que podrían interpretarse como expresiones de duelo. El caso de Tahlequah es particularmente significativo, ya que su insistencia en mantener cerca a sus crías fallecidas resalta la complejidad emocional de estos mamíferos.
Aunque no se puede determinar con certeza si estas conductas reflejan dolor emocional similar al humano, muchos expertos sugieren que las orcas tienen una fuerte conexión social y familiar. «Este tipo de comportamiento es un recordatorio de que estos animales poseen una vida emocional profunda y compleja», comentó un investigador del Centro de Investigación de Ballenas del Pacífico Noroeste.
Un fenómeno que invita a reflexionar
El acto de Tahlequah también pone en evidencia la difícil situación de las orcas en el mundo actual. Factores como la contaminación, la reducción de sus fuentes de alimento y la actividad humana han llevado a esta especie a enfrentar grandes desafíos para su supervivencia.
El caso de J35 es un recordatorio no solo de la conexión emocional entre los animales, sino también de la importancia de proteger sus hábitats. Tahlequah continúa siendo un símbolo de la resiliencia y vulnerabilidad de la vida marina, y su historia resuena como un llamado a la acción para preservar los océanos y sus habitantes.