Llegué a Roma por primera vez en mi vida… enferma! ¿A quién le pasa eso? Espero que a muchos y no ser la única. Con fiebre, emponchada y demás…
Para llegar del aeropuerto a la Termini había varias opciones. Nosotras tomamos un micro que valía 5 euros y tardaba una hora (porque había mucho tráfico), pero también había tren (Leonardo Express) que demoraba la mitad y valía 14 euros aproximadamente.
El casco histórico tiene tráfico limitado y sólo se accede con permisos especiales. Es algo a tener en cuenta para quienes quieren alquilar auto (lo menos recomendable del muuuundo en esta ciudad, sobre todo si te pensás alojar en el medio de TODO).
Lo bueno de Roma es que se puede hacer todo caminando. Si bien tienen dos líneas de metro (A y B, azul y roja), no es indispensable usarlo. Para quienes quieren recorrer por encima de la tierra para poder ir viendo absolutamente todo, hay un bus turístico por 20 euros por persona.
Hay que tener en cuenta que todo cierra temprano! Sobre todo en temporada baja. Una noche, por ejemplo, buscamos comida un poco después de las 10 de la noche (porque me dormí una siesta después de la larga recorrida del día) y sólo pudimos conseguir abierto un lugar al que le quedaban 3 platos preparados… eso comimos.
Comer afuera puede tener sus distintos precios, como en todos lados. Pizza para dos con frutas y gaseosas en la Termini, 14 euros; Mcdonald’s desde 3 euros; restaurantes con menú desde 12 euros sin postre y 15 con postre.
Siempre está todo lleno de gente, así que nunca hay que calcular los tiempos en base a las distancias; siempre vas a tardar más de lo que deberías. Pero es genial perderse por las callecitas, encontrar iglesias, plazas y fuentes (hay cientos).
Las plazas de Roma
Las plazas (piazzas) de Roma se merecerían un artículo entero. Arranquemos por la Piazza Venecia, que tiene el monumento a Vittorio Emanuele II (Vittoriano o Altare della Patria). Es monumental, de mármol blanco y totalmente contrastante con sus alrededores (se encuentra al final de la Avenida de los Foros Imperiales – ruinas romanas clásicas). No se puede subir las escalinatas que forman parte del monumento, pero sí llegar por un lateral a la terraza, su mayor atractivo es tener una de las mejores vistas panorámicas de los Foros Romanos. Suele haber cola para subir. Un datito para quienes quieren sacar excelentes fotos: hay muy buenas vistas panorámicas también desde la Vía del Campidoglio.
Otra de las plazas importantes es la Piazza di Trevi, donde se encuentra la Fontana di Trevi. Acá tenés que hacer malabares para poder ubicarte adelante y sacarte una foto, pero no es imposible. Siempre te va a aparecer algún invitado en la foto, nada terrible. Cuando yo estuve en esta plaza acababan de reinaugurar la fuente luego de un mantenimiento, por lo que estaba LLENA de gente. Igualmente, a pesar de que no te gusten las multitudes, vale la pena, es hermosa.
La Piazza di Spagna es una de las más llamativas, porque tiene una escalinata enorme de mármol, con la Iglesia de la Trinita dei Monti arriba. Lamentablemente durante mi visita estaba en reparación, por lo que una gran cortina nos tapó todo. Sí pudimos ver la fuente de abajo, esculpida por Bernini. Dato importante de esta zona: hay un pasaje (passage) que uno creería que lo lleva al otro lado de la plaza, como si fuera un túnel por debajo de la escalinata. ERROR, sólo lleva a muchas escaleras en subida, mecánicas, largas y empinadas, para llegar al barrio de Villa Borghese. Hay en la zona algunos museos y galerías, es lindo para ir de día si tienen tiempo libre, pero definitivamente no es un lugar para llegar dos turistas solas de noche!!
La Piazza Navona, otra belleza no sólo por los monumentales edificios alrededor, sino por los artistas que se congregan a la noche (pintores, músicos), además de los barcitos alrededor y el ambiente relajado. Sí, cierra todo temprano, pero si adelantás un poquito la rutina llegás perfecto a tomar algo.
Infaltable el recorrido por las iglesias
Si pasamos a hablar de iglesias, Roma tiene más de 900! Sería un buen momento para decir que no soy muy afín a la religión católica (si bien es parte de la cultura con la que me crié), más por un tema de rechazo a determinadas instituciones que por una cuestión de fe. Pero aún siendo la persona más contrariada con la religión mayoritaria de Occidente, cualquiera se asombraría con lo impactante de las iglesias en Roma.
En la zona de Termini, la primera iglesia que visitamos fue la de Santa Maria della Vittoria. No sabíamos qué había adentro, pero nos llamó la atención que había gente afuera esperando que abriera… y qué bueno que esperamos! Resultó ser artísticamente impresionante.
La siguiente en nuestra lista era la Basílica de Santa Maria Maggiore, una de las más grandes de Roma y de las siete que se visitan en el peregrinaje de Roma. Enorme sorpresa cuando llegamos y estaba cerrada! Teníamos registro por todos lados de que tenía que estar abierta, pero no era así. Nos quedaron las ganas.
Quisimos ir al Panteón a continuación, pero resulta que había misa en ese horario (sábados a las 5 de la tarde) y son bastante estrictos con el ingreso, así que no pudimos entrar. Ícono de la arquitectura romana, el Panteón (usado por siglos como tumba monumental) se merecía un segundo intento. Por fuera ya se puede ver que es uno de los monumentos mejor conservados de la antigua Roma (porque fue el primer edificio clásico convertido en iglesia). Por dentro lo increíble es su cúpula: es la cúpula de fábrica de mayores dimensiones del mundo (más de 40 metros de diámetro).
Esta visita al Panteón quedó enmarcada en el día maratónico en el que conocimos el Vaticano, el Coliseo y los Foros Romanos. Arrancamos a la mañana por nuestra visita a los Museos Vaticanos. A la Ciudad del Vaticano se puede llegar en el Metro A (lo tomamos en la Piazza della Repubblica, al lado de Termini, pero es fácil conseguir un mapita con las estaciones marcadas para chequear la que esté más cerca).
Habíamos sacado la entrada a los Museos Vaticanos por internet con tiempo (20 euros, o 12 con descuento), y así nos ahorramos una cola ENORME. Lo que sí, la entrada es con horario así que hay que tratar de no demorarse mucho, por las dudas que se pongan estrictos. La caminata dentro es larga, no recomendada para hacer con niños porque hay mucha gente en espacios muy chicos y caminando lento.
Para hacer el recorrido contratamos un audioguía por 4 euros cada una. Hay posibilidad de contratar tours guiados desde 32 euros.
Para quienes nos gusta el arte, los museos son una obra de arte en sí misma. Recorrimos el Museo Pío-Clementino, con la colección de estatuas romanas antiguas; el Museo Gregoriano Egipcio; el Etrusco; los apartamentos de distintos Papas; la Galería de los Candelabros; la de los Tapices; la de los Mapas Geográficos.
Extrañamente, lo menos sorprendente de todo fue la Capilla Sixtina. Será que de tanto ver las imágenes por separado me había hecho la idea que alguna era la central, que eran más grandes… en fin, eran esas mismas imágenes conocidas, todas en mismo tamaño; y todos mirábamos hacia arriba esperando algo más… será eso, o será que los frescos en todo el museo son impactantes, que las obras de arte están en todas las paredes y pedestales, que es todo increíble y uno se queda con la boca abierta. Pero para poder hacer todo el recorrido con disfrute hay que olvidarse completamente de dónde uno está, de dónde salieron los recursos, de qué países provinieron las esculturas, de cuántos papas decoraron y redecoraron sus diversos apartamentos. Pero es totalmente posible abstraerse. El arte te llama.
Un poco más de Roma
Una vez que terminamos la recorrida, fuimos a la Plaza de San Pedro, para poder ver la Basílica. La Plaza es grande, enorme, está todo armado constantemente para la audiencia papal de los miércoles (a la que se puede ir directamente y hacer cola para ingresar; comprar algún ingreso que salte la cola; o registrarse los argentinos vía mail en la Embajada para tener acceso preferencial -hacerlo con tiempo-). Pensaba quedarme con la boca abierta y esta parte del día fue la que menos me sorprendió. Siendo la Plaza mi fondo de pantalla durante más de un año, poco me llamó la atención en el momento. La cola para ingresar a la Basílica (que es INMENSA) era larguísima, mínimo de una hora, así que decidimos no entrar y sólo sacar unas fotos de afuera.
Seguimos para cruzar uno de los puentes sobre el río Tiber, pero antes pasamos por el Castel Sant’ Angelo (dato muy sacado de contexto: fue uno de los puntos donde se filmó la peli Ángeles y Demonios). Es lindo el entorno para quedarse un rato largo descansando en el pasto, además de que el castillo es bastante llamativo. A nosotras nos corría un poco el tiempo y nos quedamos con las ganas, pero se puede acceder durante casi todo el día al museo que funciona dentro, con el Roma Pass o abonando una entrada.
Ya cruzando el puente Sant’ Angelo, seguimos camino hacia el Foro Romano (y los Foros Imperiales también). Muy confiada en mi GPS (que fue el salvavidas en el viaje), empezamos una subida zigzagueante porque entendíamos que ahí estaba la entrada a los foros. Ya habíamos visto el día anterior que la gente caminaba por dentro (nosotras íbamos por fuera, por la Avenida de los Foros Imperiales), nada más nos quedaba encontrar el acceso. Además sabíamos que el mismo ticket nos servía también para el Coliseo, y comprándola ahí nos ahorrábamos la otra cola, que es MUY extensa. ¿Qué pasó? NOS PERDIMOS. Nunca me pierdo, odio tener que reconocer que así pasó, pero si no fuera porque mi amiga con su mejor cara hizo las averiguaciones necesarias, no hubiéramos llegado nunca. Yo ya estaba negada y sólo quería que alguien me teletransportara. Cuando vimos donde estaba la entrada, era el lugar más evidente. No sé por qué elegimos creer que estaba por el camino más difícil. Aún así, esa subida nos permitió tener increíbles vistas, desde la Vía del Campidoglio que les comentaba antes.
Corrimos a la boletería a comprar la entrada y nos enteramos que si bien cerraban las rejas a las 16:30, el último ingreso era a las 15:30 para poder recorrer bien y realmente salir en una hora. El problema era que lo mismo pasaba con el Coliseo (que estaba a unos 300 metros aproximadamente) y estábamos muy sobre la hora. Decidimos correr al Coliseo primero, y después volver y dedicarle todo el tiempo que nos quedara a estar dentro de los Foros.
La visita al Coliseo es bastante completa, si bien no es guiada, porque hay infografías por diversos lugares para indicar cómo funcionaba cada espacio, las actividades que se realizaban y hasta los restos de qué animales se habían encontrado dentro. Tiene dos niveles, pero no se demora mucho en recorrerlo.
Corrimos entonces (sí, no es exageración, corríamos de un lugar a otro ese día) a la entrada y estaban JUSTO cerrando la reja. Le dimos lástima a la persona de seguridad porque nos dejó pasar y dijo «las últimas del día». Sí, nos pasamos el viaje teniendo SUERTE.
El recorrido por los foros es lo más impactante que vivimos en Roma. Pensar que todos esos edificios en ruinas habían sido construidos, transitados y utilizados por 10 siglos con fines sociales, económicos y religiosos, allá lejos y hace tiempo por un imperio antiguo, es una cosa de locos. Todas las edificaciones tienen su cartelito explicativo (templos, arcos, basílicas). Lo que nos sorprendió mucho es que no había nadie controlando que nadie toque ni se siente sobre las ruinas. Incluso mucha gente estaba sentada en trozos de columnas caídas, y las escaleras que pisábamos eran parte de los caminos romanos. Esa actitud desinteresada por este patrimonio es la que evidentemente tuvo Europa durante todos estos siglos. En la Edad Media incluso lo utilizaban para que pastaran las vacas y como cantera para aprovisionarse de mármol para las construcciones en el Vaticano. Imaginate!
Lo que les puedo recomendar es ir sobre la última hora de acceso, porque se tiene una hermosa vista mientras baja el sol; y comprar el acceso (12 euros) en el foro, más allá de si van primero allí o al Coliseo. El Coliseo se puede recorrer en media hora, y los Foros en 1 hora aproximadamente, teniendo tiempo de disfrutar las vistas desde el Monte Palatino. Pero si no llegan con el tiempo o quieren hacerlo más tranquilos, el ticket tiene vigencia de 2 días consecutivos, así que se puede hacer un lugar en cada día.
A pesar de que esto parece sacado de un cuento antiguo y que el resto de la ciudad es como cualquier otra, Roma es una ciudad increíble, desde el punto en que vas caminando por la calle camino a tu hotel y te encontrás con lugares como estos, así como si nada.
Lo que tal vez menos me llamó la atención de Roma, o será por la angustia que provoca la destrucción de la historia, son las ruinas del Circo Massimo. Las mismas son casi inexistentes, no queda nada. En general se pasa por ahí con el micro del aeropuerto a Termini, y se puede ver también la Pirámide Cestia (egipcia), que forma parte de la muralla Aureliana de protección de la ciudad. Para poder entrar a la Pirámide hay que hacer reserva previa e ingresar con un guía experto. Para los que estén muy interesados, es en realidad una tumba del año 12 a.C., posterior a la conquista de Egipto por parte del Imperio Romano. Hay dentro una cámara sepulcral con paredes decoradas y figuras de ninfas.
Algo que nos quedó sin hacer por falta de tiempo fue el recorrido en barco por el Río Tiber (desde 18 euros) y la visita al barrio de Trestevere. Se puede llegar allí en tren regional (FL1, el mismo que va al aeropuerto) y es muy lindo para salir a tomar algo de noche.
Fin del viaje
Finalmente, para volver al aeropuerto teníamos varias opciones: el Tren FL1 combinado con el metro, saliendo de Termini (8 euros, 45 minutos); un micro (desde 4 euros, hay que ver bien horarios porque todos cortan un par de horas a la noche. Nosotras identificamos la parada del nuestro la noche anterior por las dudas); o taxi (30 euros aproximadamente). Si salen o llegan a Ciampino en vez de Roma, hay tren por 1,50 euros.
Por múltiples motivos Roma seguirá estando en mis próximas visitas al Viejo Continente. Ver fotos de los distintos puntos te emociona y hace que quieras estar ahí, no por 5 minutos sino por años, y no perderte nada de todo lo que vive y sucede en sus callecitas.