Oliver Crane no tenía idea de cómo navegar. Este joven de 19 años estaba cursando su último año de colegio secundario cuando se plantó frente a sus padres y les dijo: «Sé lo que voy a hacer, voy a remar al otro lado del Atlántico».
Después de tomar la decisión, comenzó un difícil proceso de preparación mental y física para emprender un viaje que le cambiaría la vida.
El 14 de diciembre de 2017 zarpó desde las Islas Canarias, al noroeste de África, con más de 4.800 kilómetros por delante y remó durante 44 días hasta llegar a la isla de Antigua, en el Caribe, para convertirse en el ser humano más joven en haber cruzado el Océano.
Durante la expedición, Crane se enfrentó a todo tipo de desafíos: mareos, olas enormes, fuertes vientos y grandes tormentas. Pero uno de los grandes desafíos que tuvo que afrontar fue el de la soledad.
Oliver Crane se convirtió en el ser humano más joven en haber cruzado el Océano.
La travesía duró 44 días, en los cuales tenía que remar entre 12 y 14 horas diarias:
“Hacía eso en lapsos de dos horas. Así que remaba durante 2 horas y luego comía y dormía, también lo hacía durante la noche, así que nunca dormí más de 2 o 3 horas seguidas. Pero había muchos otros ratos libres en donde escuchaba música o simplemente soñaba despierto”.
Incluso, su bote se dio vuelta 6 veces a lo largo del viaje y en una de ellas casi muere ahogado.
“Fue extremadamente difícil y el bote se dio vuelta seis veces durante el viaje. Y eso era muy aterrador y peligroso. Pensé que iba a morir.”
Sus padres quieren que empiece a estudiar en la Universidad, pero Oliver no pretende lo mismo: “Un día me gustaría escalar el Monte Everest y hacer algo que me desafíe a mí mismo y me lleve más lejos”, concluyó.