Tras la mayor operación policial en la historia de Río de Janeiro, la ciudad amaneció sumida en el dolor y la confusión. Al menos 120 personas murieron durante la redada del martes contra el Comando Vermelho (CV), el grupo narcotraficante más poderoso y antiguo de Brasil. En las primeras horas del miércoles, vecinos de la favela de Penha trasladaron decenas de cuerpos a una plaza, en un intento desesperado por identificar a sus familiares.
Según reportes de medios locales, los residentes recuperaron al menos 56 cadáveres de la zona de Vacaria, en la Serra da Misericórdia, donde se registraron los enfrentamientos más violentos. Los cuerpos, muchos cubiertos con plástico o telas ensangrentadas, fueron alineados en la plaza São Lucas, mientras familias enteras se congregaban entre gritos, lágrimas y silencio. “¿Cómo pudo destruir tantas vidas y seguir impune?”, exclamó una madre al encontrar a su hijo entre los muertos.
El operativo, que involucró a 2.500 agentes y soldados, dejó además cuatro policías fallecidos y 81 detenidos. Las autoridades incautaron 93 rifles y más de media tonelada de drogas, describiendo la acción como una “guerra contra el narcoterrorismo”. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos denunciaron el uso excesivo de la fuerza y exigieron transparencia ante la magnitud del operativo.
Las imágenes difundidas por agencias internacionales muestran un escenario devastador: humo, barricadas y autobuses incendiados utilizados por los criminales para bloquear calles. Se estima que más de 70 vehículos fueron tomados durante la jornada.
El Comando Vermelho, nacido en los años 70 dentro de una prisión de Río, mantiene conexiones con carteles de Bolivia y Colombia, y su expansión ha provocado enfrentamientos constantes con otras facciones criminales. Su actual líder, Edgard “Doca” Alves de Andrade, es señalado como el principal objetivo de la redada.
El gobernador Cláudio Castro defendió la operación, afirmando que los sospechosos “se resistieron a la acción policial”. En tanto, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva convocó una reunión de emergencia con su gabinete tras regresar de un viaje oficial. El gobierno federal ofreció trasladar a presos del Comando Vermelho a cárceles de máxima seguridad, aunque por el momento descartó el envío de tropas federales.
Mientras tanto, en Penha, las familias continúan buscando entre los cuerpos, en una escena que muchos describen como “inimaginable”. Los vecinos aseguran que aún quedan cadáveres en la cima de la colina, y el miedo persiste: el eco de los disparos aún resuena en una ciudad acostumbrada a la violencia, pero no a esta escala.
