Solo es necesario pronunciar su nombre para que la mente evoca imágenes de un paraíso exótico, lejano y misterioso. Y efectivamente es la realidad, ya que Samaná se define completamente con estos tres calificativos. Se trata de una península ubicada en la costa noreste de la República Dominicana, que sorprende por sus playas vírgenes de arena blanca y sus maravillosas aguas cristalinas enmarcadas en un entorno natural realmente impresionante.
Desde Santo Domingo, el trayecto por carretera es de aproximadamente unas tres horas, desde Punta Cana, unas cuatro horas y media. Es posible hacerlo a través de un autobús o alquilar un chófer, pero la mejor manera de explorar esta región, y el país en general, es alquilar un coche. Hay una amplia oferta de empresas de alquiler y los precios son bastante adecuados.
Las carreteras de este país y la seguridad vial son conocidas por tener una mala fama, pero en los últimos años la situación ha mejorado sustancialmente. La vía que conecta la capital con Las Terrenas, nuestra primera parada, parece nueva. Es ancha, con varios carriles para cada sentido, y con gasolineras para repostar en un trayecto en línea recta que atraviesa el país de sur a norte.
Al cabo de una decena de kilómetros recorriendo la sabana -un ecosistema seco, de matorrales y arbustos-, la vegetación comienza a transformarse, a ser más densa, más selvática:} este se transforma en el reino de Samaná. Aparecen pequeñas localidades en los márgenes de las carreteras, pequeñas casas de cemento pintadas con vivos colores, y, sobre todo, impacta la presencia de muchas personas en la calle conversando, bebiendo con música a todo volumen en algún bar o echando una partida al dominó, un juego que fascina a los dominicanos.
Las Terrenas nos da la bienvenida, se trata de un pueblo que sirve como una perfecta base para explorar la región. Esta localidad -cuyo crecimiento ha sido bastante grande en los últimos años debido al turismo-, puede parecer algo caótica, como todos los núcleos urbanos de República Dominicana, sin embargo no hay que amilanarse, en breve estarás adaptado a tu nueva realidad. Este destino turístico se despliega en torno a unas playas sobrecogedoras.
Y sí, responden perfectamente al ideal del paraíso que tenemos en Occidente: palmeras oblicuas que parecen que quieren acariciar el mar, agua azul turquesa y arena de un blanco amarfilado.
La oferta hotelera está muy consolidada y en los últimos años se ha profesionalizado bastante. Por razones obvias, es recomendable pernoctar en primera línea. El hotel Alisei ofrece unas vistas de infarto, con unas instalaciones modernas, acabados en madera y desayunos bufet que sacian al más hambriento.
Por su lado, el hotel Playa Colibrí dispone de una ubicación inmejorable con piscina al aire libre e hidromasaje. Para familias y grupos grandes, la opción de aparthoteles es muy interesante, Nicole Apartahotel es una apuesta segura, con espacios amplios y confortables y con una preciosa piscina para dedicarse al noble arte de no hacer nada.