Seis adolescentes quedaron varados juntos en una isla.
Muchos de nosotros podemos preguntarnos cómo reaccionaríamos si nos encontráramos varados en una isla lejos del mundo.
La mayoría de nosotros extrañaríamos a nuestra familia y amigos, aunque tal vez algunos de nosotros disfrutaríamos de no tener que seguir siendo parte de nuestra sociedad altamente disfuncional, por decirlo suavemente.
Pero para seis adolescentes este escenario se convirtió en algo más que una fantasía cuando se encontraron juntos naufragando en una isla.
El mayor de ellos era Sione Fataua, que tenía solo 17 años cuando él y sus amigos quedaron varados, y al principio estaba convencido de que no sobrevivirían.
En 1965, Mano Totau estaba entre los seis adolescentes que estaban aburridos de estudiar en su escuela de Tonga.
Decidieron emprender una aventura, robaron un barco ballenero tradicional y partieron hacia Fiji, a poco menos de 500 millas de Tonga.
Habían partido sin mapa ni brújula y, a pesar de haber crecido en el mar, el grupo rápidamente se dio cuenta de que habían cometido un terrible error.
Su barco quedó atrapado en una violenta tormenta que destruyó las velas y los dejó a la deriva durante ocho días.
Después de una agonizante espera, avistaron tierra y fueron arrastrados hasta la orilla de una isla volcánica.
Al principio pudieron sobrevivir pescando y asaltando los nidos de aves marinas, bebiendo su sangre y comiendo sus huevos crudos.
Una vez que recuperaron algo de fuerza pudieron subir a la meseta principal de la isla, lo que cambió por completo su situación.
Se dieron cuenta de que estaban en ‘Ata’, una pequeña porción de tierra.
Cuando llegaron a la meseta, los niños encontraron una vieja vasija de barro, un machete y algunas gallinas que había dejado una pequeña comunidad tongana.
Esta comunidad había vivido en la isla antes de ser secuestrada y traficada como esclava.
Los adolescentes mantuvieron encendido el fuego, construyeron una cabaña con hojas e incluso construyeron un pequeño gimnasio. También tenían el deber de vigilar los barcos que pasaban.
Si había algún conflicto, la regla era que los involucrados caminarían hacia lados opuestos de la isla hasta que se calmaran.
Después de quince meses de estar varados, el grupo finalmente fue rescatado.
Su historia de cooperación y supervivencia fue recogida por el historiador holandés Rutger Bregman, quien escribió un libro comparando este ejemplo de supervivencia del mundo real con la historia ficticia de El señor de las moscas.
Bregman argumentó que demostraba que la noción de sociedad como protección contra algún tipo de salvajismo interno es errónea y que los humanos son instintivamente cooperativos, en lugar de egoístas.
En cuanto a cómo sobrevivieron, Sione no tenía dudas y le dijo a CBS: «Creo que la cultura de donde venimos. Somos cercanos. Una familia muy unida. Compartimos todo. Somos pobres, pero nos amamos».