Una nueva tragedia sacudió al Monte Cook Aoraki, la cumbre más alta y desafiante de Nueva Zelanda, donde dos alpinistas murieron tras caer al vacío durante una expedición de cuatro personas. Los otros dos integrantes del grupo fueron rescatados con vida en una operación aérea extremadamente compleja.
El accidente ocurrió cerca de la cima, cuando la pareja de escaladores —un guía y su cliente, según confirmó la Asociación de Guías de Montaña de Nueva Zelanda— cayó mientras ambos estaban unidos por una cuerda de ascenso. Ninguno de los fallecidos fue identificado públicamente.

El alerta se activó la noche del lunes, cuando la Policía de Aoraki recibió el aviso de emergencia. Según la inspectora Vicki Walker, los equipos localizaron a los dos sobrevivientes durante la madrugada y los evacuaron en helicóptero. Ambos presentaban heridas, pero se encontraban en buen estado de salud. Horas más tarde, se hallaron los cuerpos de los dos alpinistas muertos, lo que obligó a desplegar equipos especializados debido al terreno extremadamente peligroso.
El sargento Kevin McErlain explicó que los dos escaladores fallecidos estaban conectados en el momento de la caída, lo que sugiere un accidente repentino en una zona donde el terreno es inestable y las grietas profundas son moneda corriente.
El Monte Cook Aoraki, con 3.724 metros de altitud, es uno de los puntos más exigentes del país: presenta clima impredecible, glaciares en movimiento, riesgo de avalanchas y escaladas técnicas de alta dificultad. Aunque el área atrae a miles de turistas, la cima está reservada solo para montañistas experimentados.
La montaña tiene un historial trágico: más de 240 personas han muerto en la zona desde principios del siglo XX, y decenas de cuerpos nunca fueron recuperados. En diciembre de 2024, tres escaladores extranjeros desaparecieron allí y fueron dados por muertos sin poder ser encontrados debido al mal clima.
Esta nueva tragedia se suma a una racha de accidentes mortales en otras cumbres icónicas alrededor del mundo, desde avalanchas en Nepal hasta caídas fatales en Yosemite y los macizos de Asia Central.
El Aoraki sigue siendo un destino tan cautivante como letal. Un recordatorio de que incluso para los más experimentados, la naturaleza no ofrece segundas oportunidades.
