En un invierno marcado por su crueldad extrema, Mongolia enfrenta una devastadora pérdida: más de 4,7 millones de animales han perecido, según informes de agencias de ayuda. El país está inmerso en una crisis sin precedentes, con un duro golpe a los medios de vida y la seguridad alimentaria de miles de personas.
Las condiciones, denominadas dzud, son implacables. Temperaturas gélidas, nevadas abundantes y hielo profundo han sepultado los pastizales, cortando el acceso al alimento vital para el ganado. Esta situación afecta especialmente a los 300.000 pastores nómadas de Mongolia, cuya existencia depende del ganado para subsistir.
«Aquellas personas que dependen completamente de su ganado para sobrevivir se han visto desposeídas en cuestión de meses», compartió Alexander Matheou, director regional de la Federación Internacional para Asia Pacífico, en una entrevista con CNN. «Algunos ya no tienen medios para alimentarse ni calentar sus hogares».
Desde noviembre, más de 2.250 familias de pastores han sufrido la devastadora pérdida de más del 70% de su ganado, según reportes de la Federación Internacional. Además, más de 7.000 familias enfrentan ahora la escasez de alimentos.
El dzud ha cubierto tres cuartas partes del país, y se espera que las condiciones se agraven con la continuación del invierno. El gobierno de Mongolia declaró el mes pasado un estado de mayor preparación hasta mediados de mayo, pero incluso con los preparativos, la magnitud del desastre ha tomado a muchos por sorpresa.
Estos eventos climáticos extremos no son nuevos para Mongolia, pero su frecuencia y severidad están en aumento. Los dzuds, caracterizados por sequías seguidas de fuertes nevadas y temperaturas extremadamente bajas, están ocurriendo con más regularidad, dejando a los pastores y sus rebaños con poco tiempo para recuperarse entre episodios.
Mongolia, uno de los países más afectados por la crisis climática, ha experimentado un aumento de 2,1 grados centígrados en la temperatura media del aire en los últimos 70 años, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Se pronostica que los efectos de la crisis de este año superarán incluso al dzud de 2010, que resultó en la muerte de más de 10,3 millones de animales.
La situación actual es un recordatorio angustioso de la urgencia de actuar frente al cambio climático y sus devastadoras consecuencias. Mientras las familias de pastores luchan por sobrevivir en medio del invierno implacable, la solidaridad y la ayuda son más necesarias que nunca.